Investigadores del Instituto de Bioingeniería y Biociencias (iBB) del Instituto Superior Técnico Superior de Lisboa, desarrollaron con éxito pescado cultivado mediante bioimpresión 3D.
El equipo encabezado por Diana Marques destaca que ya había trabajado en la producción de sushi en laboratorio en 2019, cuando estudiaban el doctorado en Bioingeniería del iBB. Años después, esa iniciativa ha dado lugar a un equipo de 15 investigadores.
Los dos últimos años han destacado en términos de progreso para los investigadores. Pues comenzaron con unos intentos iniciales de elaboración de sashimi y hoy los investigadores ya son capaces de producir filetes que alcanzan los seis centímetros de espesor y con una textura característica del pescado.
Y no sólo es a textura la que evoca al pescado “convencional”, dependiendo de las microalgas seleccionadas para las tintas utilizadas en la bioimpresora, es posible producir el olor deseado, teniendo el olor a mar (o a pescado) que se busca.
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De la célula a la placa a través de una impresora
El proceso de producción en laboratorio evita las etapas más contaminantes tradicionalmente asociadas a los procesos "convencionales" de obtención de proteína animal.
"Partimos de células, generalmente células madre, que tienen el potencial de diferenciarse en tipos de células presentes en la carne y el pescado, como las células musculares y grasas", explica Diana Marques.
La investigadora señala que la obtención de estas células se hace sin sufrimiento animal, una de las motivaciones para desarrollar su investigación en esta área.
Luego viene el paso de procesamiento de alimentos: tienen una biomasa, un enorme conjunto de células, y se pueden juntar todas y crear productos simples como una pepita dorada o una pepita.
Si se quiere hacer un producto más estructurado y si se aplican técnicas como la bioimpresión 3D, se pueden hacer ese filete de pescado o un filete. Para esta bioimpresión 3D, dos "ingredientes" son esenciales:
- una bioimpresora capaz de completar la tarea
- biotintas aptas para el consumo humano
A partir de los microplásticos, la impresora comenzó a funcionar con biotintas que contenían células de lubina, algunas para material muscular y otras para la grasa presente de forma natural en los filetes de este pescado.
La meta es producir carne y pescado sostenible
Los científicos señalan que resta esperar a que se produzcan novedades no solo técnicas, sino también en cuanto a la legislación europea. En países como Singapur y Estados Unidos ya se ha aprobado la introducción de este tipo de alimentos cultivados en el mercado, aunque solo sea para la alimentación animal.
Actualmente, en el espacio europeo, las pruebas públicas no están permitidas, excepto en los Países Bajos; hace falta que más países aprueben leyes que nos permitan dar esto a los consumidores de forma segura.
Por ahora, el equipo tiene el siguiente objetivo bien definido: una colaboración con el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera (IPMA), bajo el cual se llevarán a cabo las primeras pruebas de estos prototipos.
Un panel calificado en la caracterización y cata de peces (generalmente para hacer comparaciones entre los de aguas profundas y la acuicultura) probará estos filetes impresos, concluyen los investigadores.
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