Los suelos sanos son el fundamento del sistema alimentario, son la base de la agricultura y el medio en el que crecen casi todas las plantas destinadas a la producción de alimentos. Los suelos sanos producen cultivos saludables que alimentan a las personas y a los animales. De hecho, la calidad de los suelos está directamente relacionada con la calidad y la cantidad de alimentos.
Durante los últimos 50 años, los avances en materia de tecnología agrícola y el aumento de la demanda provocado por el crecimiento de la población ejercen un creciente presión sobre los suelos. En muchos países, la producción agrícola intensiva ha ocasionado un agotamiento de los suelos que ha puesto en peligro la capacidad productiva de los mismos y la posibilidad de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la seguridad alimentaria actual y futura depende de la capacidad de aumentar los rendimientos y la calidad de los alimentos utilizando los suelos ya dedicados a la producción actualmente.
Los agricultores desempeñan un papel primordial para tener suelos sanos; numerosos y diversos enfoques agrícolas promueven la gestión sostenible de los suelos con la finalidad de mejorar la productividad, por ejemplo, la agroecología, la agricultura de conservación, la agricultura orgánica, el cultivo sin labranza y la agroforestería.
Una mejor comprensión de las relaciones entre el período útil de los suelos y la función de los ecosistemas y el impacto de las intervenciones humanas permitirán reducir los efectos negativos y aprovechar de manera más eficaz los beneficios de la actividad biológica de los suelos con miras a una agricultura más sostenible y productiva.
Conservación de los suelos
El suelo es un sistema dinámico y complejo cuya función no es sólo la de servir como soporte mecánico para el crecimiento de las plantas, sino que también es el medio a través del cual éstas toman el agua y los nutrientes que necesitan para su desarrollo.
El 7 de Julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo, gracias al esfuerzo de Hugh Hammond Bennet, científico estadounidense, que fue el pionero de la conservación del suelo, debido a que él logró aumentar la producción de la tierra, mediante la protección de la misma.
Las causas de destrucción de los suelos son: la erosión, la meteorización, la tala de árboles, la sedimentación, el transporte, las malas prácticas de siembra y las quemas.
La conciencia acerca del cuidado de los suelos es relativamente joven. Antes no se comprendía que el bienestar de los suelos es fundamental para que los seres vivos obtengan alimentos saludables a través de ellos.
Esta conmemoración resalta la importancia de los suelos para los seres humanos, animales y plantas. De los suelos dependen nuestra alimentación y nuestra vida. Los suelos se agotan y se pierden. El uso inadecuado del suelo altera sus propiedades, lo que causa que pueda perder de forma parcial o total sus funciones.
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Consejos para evitar la degradación de los suelos
- Evitar las quemas: Cuando la materia orgánica se quema, se transforma en gases tóxicos que afectan la vida.
- Evitar el arado total y el pisoteo excesivo del ganado: los cascos y pezuñas del ganado apelmazan el suelo, lo endurecen e impiden la respiración de microorganismos.
- Sembrar árboles y evitar la deforestación: Los árboles cumplen una función muy importante adicional a la producción de oxígeno, ya que evitan que el agua arrastre a los nutrientes dejando estéril al suelo, además puedes Sembrar estratégicamente árboles estructurales que entierren sus raíces a mayor profundidad para mantener el suelo unido por un mayor periodo de tiempo.
- No arrojar agua en mal estado al suelo: El estado líquido facilita a que los elementos químicos entren en el suelo de manera rápida.
- Fomentar la diversidad de cultivos: El monocultivo es más propenso a enfermedades y plagas. Además las asociaciones de cultivos de plantas beneficiosas repelen ciertas plagas.
- Disminuir hasta no aplicar más fertilizantes químicos: Estos deterioran la vida orgánica del suelo y su estructura, fuente de nutrientes para las plantas y nuestro alimento.