La industria cárnica continuando con su compromiso para vencer la crisis por Covid-19, por lo que ha intensificado controles y añadido a la cadena de producción protocolos específicamente diseñados para la lucha contra el virus con el propósito de salvaguardar la seguridad alimentaria.
Si bien la industria cárnica garantiza la seguridad alimentaria, los consumidores también tienen un papel relevante en la lucha para frenar la pandemia. Ahora que se avanza hacia una progresiva normalidad, se deben seguir respetando las normas de higiene y hábitos saludables sobre los alimentos que se consumen, y seguir las recomendaciones que establecen las autoridades sanitarias.
Todas las regulaciones sanitarias y controles realizados en el sector cárnico garantizan ya de por sí la inocuidad de los productos cárnicos, impidiendo que estos puedan contaminarse por cualquier patógeno. Pese a ello, desde la llegada de la pandemia el sector ha reforzado aún más estas medidas de seguridad para trabajadores, consumidores y toda la población.
Ante el contexto de la pandemia, la industria cárnica enfrenta de forma creciente el reto de cumplir regulaciones progresivamente cada vez más exigentes en términos sanitarios, de higiene, inocuidad y trazabilidad en la persecución de niveles elevados de seguridad alimentaria (“safefood”).
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La seguridad alimentaria en Europa
Los productores aplican en sus explotaciones el Modelo de Producción Europeo (MEP), que sigue los estándares más elevados del mundo en calidad y seguridad alimentaria, supervisados por un sistema de trazabilidad que permite conocer el proceso completo del producto desde la granja hasta la mesa.
El paquete de higiene de la normativa europea recoge una serie de reglamentos en los que se establecen una serie de requisitos higiénicos y sanitarios de cumplimiento obligatorio para la industria alimentaria, así como normas más específicas para aquellas industrias que trabajan con alimentos de origen animal.
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La industria cárnica es el cuarto sector industrial en España. Potente y sólido, cuenta con una buena capacidad productiva, unos sistemas de control sanitario acreditados y ofrece productos de alta calidad.
Estas fortalezas han convertido a ese país en un importante exportador de carne en el contexto internacional y han permitido una balanza comercial positiva de nada menos que el 47%, sostenida en los más de 6 mil millones de euros vendidos en mercados de todo el mundo, particularmente en los más importantes como son Estados Unidos y China.