Desde hace tiempo se habla de una gran crisis alimentaria global. En realidad, la razón de esta crisis alimentaria no es la escasez de alimentos, si no lo contrario. Sobran alimentos. Lo que nos encontramos son dos factores muy marcados; por un lado, se rompió la oferta en un mercado agroalimentario en el que sobran alimentos y por otro el aumento del desempleo, por el proteccionismo de las economías avanzadas y por el colapso de las cadenas de suministro.
Julia Pinedo Gil, investigadora del Área de Alimentación de CARTIF, indicó que los expertos y los grandes organismos internacionales hablan ya desde hace tiempo de que estamos en el inicio de una gran crisis alimentaria global. Una crisis que pondría en riesgo de hambruna a más de 265 millones de personas, lo que supone el doble de los cálculos previos a la pandemia por Covid-19 para 2020.
Datos estadísticos indican que 2020 ha sido un año de abundantes cosechas en general a nivel global. Pero la crisis alimentaria que llega es por todo lo contrario. Esta crisis obligaría a los más desfavorecidos a elegir entre proteger su salud o proteger sus medios de vida. La pandemia producida por el virus Covid-19 causó una crisis económica que ha derivado en un gran daño a la disponibilidad de alimentos a nivel mundial, comentó Pinedo Gil.
Los factores que contribuyen con la escasez de alimentos
La investigadora expresó que “por un lado, se ha roto la oferta, los agricultores, los distribuidores principalmente de productos perecederos (frutas y verduras) están disminuyendo su producción a medida que sus principales clientes (hoteles, restaurantes, escuelas, aeropuertos) tuvieron que reducir, o incluso parar, sus operaciones”.
En India se han desperdiciado enormes cosechas de tomates y plátanos a consecuencia de las restricciones de movimiento impuestas por el gobierno y que han hecho imposible llevar el producto a los mercados locales en marzo de 2020. Julia Pinedo Gil explicó que “el dilema está en cómo podemos asegurar que en el 2022 se planten las mismas cantidades de producto, las mismas cosechas, que en el 2020 o en 2021, de forma que exista una seguridad de disponibilidad de alimento para el o los próximos años”.
Es difícil predecir cuánto ante la situación que tenemos presente. Si no ayudamos en este momento a los productores, estos no van a tener liquidez para plantar sus próximas cosechas y entonces sí estaremos bajo un grave problema de escasez de alimentos.
Las dificultades económicas
Los hogares que atraviesan dificultades económicas y están en situación de desempleo se están quedando sin dinero. Incluso cuando los productos están disponibles en los mercados locales. Este fenómeno en los países en vías de desarrollo todavía es peor, porque, además de los ciudadanos, los que se están quedando sin dinero son los importadores, continuó la investigadora.
A esto hay que añadir la incertidumbre ante las posibles subidas del precio de los alimentos básicos como el trigo y el arroz que, a pesar de estar a la baja, han experimentado un aumento y que los analistas achacan principalmente al acopio, la especulación y el proteccionismo de los principales países productores y de los importadores más ricos.
“Sin duda, la pandemia provocó una dramática pérdida de vidas humanas en todo el mundo y presenta un desafío sin precedentes con profundas consecuencias sociales y económicas, que incluyen comprometer la seguridad alimentaria y la nutrición. La sostenibilidad alimentaria es quizás uno de los puntos más sensibles e importante de la agenda de desarrollo sostenible 2030 publicada por la ONU”, concluyó Julia Pinedo Gil.
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