El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos se celebra por cuarta ocasión hoy 29 de septiembre.
El objetivo es emprender acciones para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. A fin de restaurar y reconstruir mejor y de lograr sistemas alimentarios con capacidad de resiliencia.
La cadena de suministro de alimentos en gran parte de países se aproxima a superar la ganadería y el uso inadecuado de la tierra como la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Tanto el procesamiento como el empaquetado de alimentos, junto con el transporte y el desperdicio están llevando a que las cadenas de suministro alimentario encabecen la lista de emisores de GEI.
Cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción se desaprovechan, como:
- agua
- tierra
- energía
- mano de obra
- capital
Además, la eliminación de los alimentos perdidos o desperdiciados en vertederos genera emisiones de gases de efecto invernadero, lo que contribuye al cambio climático.
La pérdida y el desperdicio de alimentos también pueden tener repercusiones negativas en la seguridad alimentaria y la disponibilidad de alimentos, y contribuir a aumentar el costo de la alimentación.
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Reducir pérdida y desperdicio de alimentos: transforma sistemas agroalimentarios
Entre 691 y 783 millones de personas padecieron hambre en 2022, con un rango medio de 735 millones según datos de la FAO.
Aunque el hambre y la inseguridad alimentaria persisten, se calcula que se pierde el 13 % de los alimentos mundiales en la cadena de suministro, entre la etapa post cosecha y la venta al por menor.
Actualmente, muchos de los sistemas agroalimentarios del mundo no son sostenibles, ya que degradan los terrenos agrícolas, contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la pérdida de biodiversidad y consumen aguas subterráneas.
Los sistemas alimentarios también son vulnerables a las perturbaciones externas, tanto climáticas como de otro tipo, debido en parte a los efectos en el medio ambiente.
La reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos puede contribuir de forma decisiva a la transformación de los sistemas agroalimentarios al aumentar la disponibilidad de alimentos, mejorar la seguridad alimentaria y las dietas saludables y crear resiliencia.
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El desperdicio de alimentos para el 2030
Además, constituye una estrategia climática clave para reducir las emisiones de GEI. Por tanto, puede ayudar a los países y las empresas a aumentar la ambición climática.
Al tiempo que ayuda a conservar y proteger nuestros ecosistemas y recursos naturales, de los que depende el futuro de los alimentos.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y concretamente en la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se pide reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor. Y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro.
Para influir positivamente en el avance de la transformación de los sistemas agroalimentarios, que genera beneficios tangibles para las personas y el planeta.
Es necesario acelerar de inmediato el ritmo de las iniciativas para reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos en aras del logro de la meta 12.3 de los ODS y de la meta del Marco Mundial.
Beneficios globales de reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU incluyen un llamado a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos y reducir las pérdidas de alimentos para 2030 por una buena razón. Hacerlo genera beneficios para las economías, las empresas y los consumidores, la salud humana y el medio ambiente.
La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos puede desempeñar un papel importante en el suministro de una dieta saludable y nutritiva a una población mundial en crecimiento.
No sólo un tercio de todos los alimentos producidos no se consumen, sino que los alimentos perecederos con mayor valor nutricional, como frutas y verduras. Son particularmente susceptibles a caducar o desperdiciarse: cada año, más del 40% del peso de los productos en todo el mundo no se consume o se desperdicia.
Asegurar que una mayor parte del suministro mundial de alimentos se utilice para alimentar a las personas, en lugar de perecer o terminar en vertederos, es una estrategia importante para abordar el hambre en un mundo donde cientos de millones aún enfrentan desnutrición.
Finalmente, los gobiernos pueden hacer que la medición y el reporte de la pérdida y el desperdicio de alimentos por parte de las grandes empresas sean obligatorios para facilitar la evaluación comparativa, la transparencia y el aprendizaje.