A diferencia de otros gases de efecto invernadero, los gases fluorados no tienen fuentes naturales y solo provienen de actividades relacionadas con el ser humano. Se emiten al usarse como sustitutos de sustancias que destruyen el ozono y a través de diversos procesos industriales como la fabricación de aluminio y semiconductores.
De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, muchos gases fluorados tienen Potenciales de calentamiento global (Potencial de Calentamiento Globals, GWP) muy elevados en relación con otros gases de efecto invernadero.
Por esa razón, incluso una concentración atmosférica reducida, puede tener efectos desproporcionadamente grandes en las temperaturas globales.
Actualmente, la mayoría de las empresas del sector agroalimentario apuestan por sistemas de refrigeración con alto potencial de calentamiento atmosférico, dado que las alternativas actuales a través de sistemas de CO2 o glicol suponen un mayor costo económico que la mayoría de nuestro tejido comercial formado por pymes no puede asumir.
Gases fluorados en el sector agroalimentario
Desde el momento en que se recogen las cosechas de fruta y verdura hace falta mantenerlas en frío, lo que incluye el transporte refrigerado para su traslado a los diferentes mercados.
Al llegar a su destino, muchas de esas producciones se guardan en cámaras frigoríficas en el almacenaje y en los expositores de los supermercados. Que además deben mantener la temperatura en su interior y recurrir al aire acondicionado o la calefacción.
Los gases fluorados, que sirven para la refrigeración, no tienen fuentes naturales y solo provienen de actividades del ser humano. Muchos de ellos tienen un Potencial de Calentamiento Atmosférico (PCA) muy elevado en comparación con otros gases de efecto invernadero, persisten en la atmósfera hasta miles de años y se dispersan por todo el mundo.
Una de las categorías de gases fluorados es la de los hidrofluorocarbonos (HFC), cuya principal fuente de emisiones es su uso como refrigerantes. Estos productos químicos se desarrollaron como sustitutos de sustancias que destruyen la capa de ozono y que se están eliminando de forma progresiva a nivel internacional, de acuerdo con el Protocolo de Montreal.
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La revisión normativa
La revisión legislativa sobre la limitación del uso de gases fluorados en la Unión Europea (UE) ha puesto en alerta a la industria y la distribución alimentarias por las dificultades de adaptación que tienen frente a la falta de alternativas rentables y seguras.
El pasado 30 de marzo, la Eurocámara fijó su posición negociadora y reclamó una eliminación más rápida de lo que proponía la Comisión Europea para los hidrofluorocarbonos (HFC), una categoría de gases fluorados, hasta anular su producción y consumo en 2050.
Entre las restricciones, el pleno votó una enmienda a favor de prohibir a partir de 2024 el mantenimiento de los equipos de aire acondicionado y de refrigeración con gases fluorados que tengan un nivel de PCA de al menos 2 mil 500, y a partir de 2030 cuando ese potencial sea igual o superior a 150.
El Parlamento Europeo extendió así ese plazo hasta 2030, frente al criterio previo de su Comisión de Medio Ambiente, que lo fijaba para 2024 y que hizo sonar las alarmas en el sector agroalimentario.
Alternativas a los gases fluorados
De acuerdo con los expertos, últimamente han surgido nuevas técnicas y posibles sustitutos industriales de fuentes naturales. Pero no siempre sirven para los diferentes usos del sector agroalimentario y requieren una formación especial para garantizar su seguridad.
Por ejemplo, el amoniaco es tóxico y muy potente, por lo que se utiliza en la industria, pero no en las tiendas, ya que puede perjudicar la salud de las personas y se deben extremar los controles. El propano es altamente inflamable y explosivo; y el dióxido de carbono se maneja a presiones muy altas que lo hacen peligroso.
En conclusión, el uso de gases más eficientes y menos contaminantes dentro de la estrategia europea de descarbonización, sobre todo en el contexto de la guerra en Ucrania y la necesidad de no depender de Rusia para el suministro de combustibles fósiles.
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