De acuerdo con el Barómetro de las Américas2023, uno de cada tres adultos en América Latina y el Caribe afirma que su hogar ha carecido recientemente de alimentos. Desde 2012, la inseguridad alimentaria aumentó en casi todos los países de América Latina encuestados por el Barómetro.
Un claro ejemplo se está viviendo en Haití donde la situación es crítica: según el estudio. El 78% de la población se quedó sin alimentos por falta de dinero o recursos en los tres meses previos a la encuesta.
Además, el 78% de los haitianos han sido víctimas de una catástrofe natural en ese rango de tiempo. Y el 25% de un delito (la octava tasa más alta de la región).
El informe concluye que estos datos sugieren que los haitianos se enfrentan a barreras prohibitivas para la estabilidad económica y la seguridad personal.
Además, el análisis indica que Chile es el país, de los 26 analizados, con el menor porcentaje (16%) de personas cuyo hogar sufrió inseguridad alimentaria, seguido de cerca por Brasil (17%).
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¿Cómo se relacionan el hambre y la inseguridad alimentaria?
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cuando alguien se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria severa, se ha quedado sin alimentos y ha pasado un día o más sin comer. En otras palabras, lo más probable es que haya pasado hambre.
La inseguridad alimentaria severa es uno de los extremos de la escala, pero incluso la inseguridad alimentaria moderada es preocupante. Para las personas que padecen una inseguridad alimentaria moderada, el acceso a los alimentos es incierto.
Los niños que hoy en día se enfrentan al hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición, pueden tener un mayor riesgo de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas como la diabetes a lo largo de su vida. En muchos países, la desnutrición y la obesidad coexisten, y ambas pueden ser consecuencia de la inseguridad alimentaria.
Supervisar el hambre en el mundo
El indicador tradicional de la FAO, la Prevalencia de la subalimentación (PoU, por sus siglas en inglés), que se utiliza para monitorear el hambre a nivel mundial y regional, se basa en la información de los países sobre la disponibilidad, el consumo de alimentos y las necesidades calóricas.
La prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave en la población, basada en la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES), estima el porcentaje de la población de un país que se enfrenta a dificultades para acceder a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y una vida activa y saludable.
Los datos se recopilan mediante entrevistas directas en las que se pregunta a las personas sobre las experiencias relacionadas con el acceso restringido a los alimentos.
La FIES es capaz de ofrecer la medición del hambre a nivel individual o familiar y en diferentes niveles de gravedad. Finalmente, las estimaciones pueden compararse entre países y subpoblaciones dentro de un mismo país.