El desperdicio de comida es uno de los grandes desafíos mundiales que afecta tanto a la economía como al ambiente. Ante ello, especialistas y jugadores de la industria alimentaria hacen un llamado para gestionar esta merma de manera responsable y emprender acciones para disminuir el impacto.
Para poner en claro las dimensiones del problema, expusieron durante el "Foro Circularidad en Acción: Reduciendo el desperdicio alimentario en México”, solo en México, con las 20.4 millones de toneladas de alimentos que se desperdician cada año se podrían alimentar a 7.4 millones de personas.
Esta situación se traduce en un impacto económico que rebasa los 218 mil millones de pesos. Además del impacto ambiental que se genera.
A nivel mundial, un tercio de todos los alimentos producidos que se pierden o se desperdician generan alrededor del 6% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo que contribuye al cambio climático.
Mientras que, aproximadamente, 24% del agua dulce del mundo se emplea para producir alimentos que se pierden o desperdician. En tanto, alrededor del 8% de la producción de las tierras cultivables se pierde o desperdicia.
Hogares y comercios, generadores de desperdicios
De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el desperdicio ocurre en un 61% en los hogares y un 39% en los restaurantes, hoteles, supermercados y almacenes.
Una alternativa para reducir el 39% del desperdicio de alimentos generados en distintos establecimientos han surgido plataformas o empresas para recuperarlos y preservarlos, vendiendolos a un menor precio, expuso Brenda Cárdenas, Content & Partnerships Manager de la plataforma Cheaf.
Durante el evento organizado por Sisterfood, mencionó que en México algunas grandes cadenas de autoservicio o minoristas gestionan sus merma a través de canales como la donación, para alimentar a animales y para usos industriales.
“Desafortunadamente todavía hay muchas empresas o establecimientos que nos dicen que la merma la tiran en la basura y no es algo relevante gestionar estas pérdidas de alimentos”, lamentó.
Luego dijo que esta merma de alimentos, que son aptas para el consumo humano, deriva también de las estrictas políticas de calidad de algunas cadenas de restaurantes.
Como ejemplo, mencionó que en algunas cadenas de comida rápida si no venden sus productos en menos de dos horas, lo tiran a la basura, a pesar de que el producto esté en buen estado.
“No estamos en contra de que tengan políticas de calidad tan estrictas, si es el producto que quieren dar a los usuarios, pero si esa comida sigue en buen estado desde un punto de vista sanitario y microbiológico por qué no darle una segunda oportunidad a través de un canal que haga que esta comida sea aprovechada”, cuestionó.
Lo anterior, ya que detrás de todo ese alimento hay toda una cadena de valor y de esfuerzo que va desde el uso de la tierra y agua, trabajo, esfuerzo y tiempo, para que termine en la basura.
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Iniciativas para mitigar el desperdicio alimentario
Durante el evento, las participantes destacaron que la industria alimentaria tiene un papel relevante para poder hacer un cambio.
Actualmente, hay alternativas viables o iniciativas para que ese alimento que está en buen estado pueda ser aprovechado y tenga una nueva vida.
Una de ellas es la Red de Banco de Alimentos (Red BAMX), una ONG dedicada a rescatar los excedentes de alimentos en toda la cadena alimentaria, desde el campo, supermercados, hoteles, restaurantes.
Claudia Sánchez, coordinadora senior de Pacto por la Comida, dijo que ellos ayudan a las empresas a medir su desperdicio.
Además, impulsan campañas de comunicación para aumentar la conciencia sobre la problemática en el país. En este sentido, resaltó la importancia de comunicar la dimensión del problema, ya que cada año, un mexicano desperdicia 90 kilos de comida o alimentos.
Sostuvo que a través de la campaña “En México la comida no se tira”, se han adherido algunas empresas y cadenas de autoservicio como Walmart de México y Centroamérica.
Mencionó que muchos de los productos que rescatan simplemente no han cumplido con las normas de calidad en cuanto tamaño o forma, por mencionar unas características, pero son comestibles.
“A lo mejor son calabazas que no tienen una longitud a la que nos han acostumbrado comer o esa calabaza ´no se ve bonita´, entonces por qué tendría que comprarla a un determinado precio”, describió el tipo de productos y alimentos que rescatan para aprovecharlos y darles una segunda oportunidad para atenuar el desperdicio alimentario.
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