Con el objetivo de ofrecer soluciones a la industria que permitan reducir los tiempos de espera de los resultados de los análisis. Tanto de L. monocytogenes como de otros contaminantes químicos o microbiológicos, AINIA lleva trabajando más de 10 años en la tecnología de biosensores.
Los biosensores son dispositivos que utilizan enzimas, anticuerpos, tejidos o células aislados para detectar compuestos químicos generalmente por medio de señales eléctricas, térmicas u ópticas. Algunos ejemplos de aplicaciones relacionadas con el control de la calidad y la inocuidad en la industria agroalimentaria son:
- Control de procesos (fermentación o pasteurización)
- Análisis de la composición (porcentaje de alcohol o azúcares)
- Vida útil (laminas biógenas)
- Contaminación (plaguicidas o microbios)
Los métodos analíticos convencionales requieren de equipamiento y personal cualificado capaz, bien de realizar ensayos laboriosos, bien de manejar instrumentación sofisticada. Las principales ventajas que ofrecen los inmunosensores ópticos son su elevada sensibilidad, especificidad y rapidez.
Tecnología de detección de Listeria monocytogenes en alimentos
La tecnología QCM-D está basada en el uso de un resonador piezoeléctrico como un sensor para el estudio de interacciones en su superficie. Entre las ventajas que ofrecen estos instrumentos, cabe destacar su capacidad para proporcionar información –en condiciones de flujo, sin necesidad de marcadores y en tiempo real. Sobre la adhesión de moléculas con una elevada sensibilidad (del orden de los nanogramos), así como sus propiedades elásticas y topología.
Biosensores desarrollados en México
Con la colaboración de investigadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP); de la Universidad Autónoma de México (UNAM); del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, la fabricación de los biosensores tiene un importante avance.
Dicha colaboración desarrolla biosensores ópticos y electroquímicos para detectar E. Coli, construidos a partir de una oblea de silicio. En una pequeña sección de 0.5 por 0.5 centímetros o de algún otro material semiconductor, en la que acoplan un anticuerpo específico para que reconozca al agente patógeno.
Los biosensores ópticos y electroquímicos tienen el mismo fin, pero el primero funciona mediante un haz de luz que, al incidir sobre la muestra, genera una señal en forma de un espectro o alguna imagen generada de esta detección; mientras que en el segundo se pasa corriente eléctrica a través del transductor usando dos electrodos, antes de colocar la muestra bacteriana y después, a fin de evaluar los cambios de la corriente eléctrica y a partir de ello hacer una interpretación de las señales.
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