La Comunidad del Caribe (CARICOM) y España firmaron un nuevo acuerdo de cooperación técnica para los próximos cinco años. El objetivo del acuerdo es continuar el diálogo, establecer prioridades de cooperación y definir objetivos estratégicos en torno a la seguridad alimentaria.
El acuerdo fue suscrito por Elizabeth Solomon, subsecretaria general de Relaciones Exteriores y Comunitarias de Caricom, y Antón Leis García, director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
En un comunicado, Solomon afirmó que las áreas elegidas están "bien alineadas" con los objetivos de la Caricom que son:
- aumentar la seguridad alimentaria
- abordar el cambio climático
- fortalecer los sistemas de salud regionales
Respecto al cambio climático, Solomon indicó que es imprescindible "actuar urgentemente junto con socios para el desarrollo como España". Para que los países de Caricom afronten desafíos como la falta de acceso a financiamiento climático en condiciones favorables.
Además, comentó que Caricom está trabajando para reducir la factura de las importaciones de alimentos de la región en un 25 % para 2025, mejorar el comercio intrarregional y fortalecer el sistema agroalimentario.
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¿Qué se necesita para abordar la seguridad alimentaria a nivel mundial?
Para proporcionar una red básica de protección social que cubra el 25 % de las necesidades calóricas diarias de las personas que padecen inseguridad alimentaria aguda, de acuerdo con las Perspectivas de la seguridad alimentaria en el mundo.
De acuerdo con el Banco Mundial, las necesidades de financiamiento mundiales serán de aproximadamente 90 mil millones de dólares anuales desde ahora hasta 2030. Sobre la base de proyecciones hasta 2027-2029. Se asume que no habrá cambios significativos más allá de estas proyecciones.
Sin embargo, en escenarios de mayor inflación, menor crecimiento económico y altos precios de los productos básicos, estas necesidades podrían aumentar considerablemente y llegar a 1.3 veces las estimaciones actuales.
Esto elevaría las necesidades financieras anuales a alrededor de 120 mil millones de dólares. Además, se calcula que abordar la malnutrición entre las mujeres y los niños tendría un costo de más de 11 mil millones anuales, en tanto que transformar el sistema alimentario mundial podría requerir entre 300 mil millones de dólares y 400 mil millones de dólares anuales.
Es importante señalar que esta estimación no refleja plenamente las necesidades calóricas completas ni la nutrición adecuada, ni tampoco revierte los impactos a largo plazo de la malnutrición actual.
Además, la carga de estos costos es desproporcionadamente pesada para los países de ingreso bajo, donde, en cambio, el financiamiento necesario equivale a alrededor del 95 % de su PIB total. Esto pone de relieve la necesidad de una responsabilidad mundial compartida para hacer frente a estos desafíos.
La amenaza del cambio climático
Está previsto que para 2050 la población mundial haya aumentado un tercio, y que el mayor crecimiento se dé en los países en desarrollo. La FAO estima que, de mantenerse el ritmo actual de crecimiento de los ingresos y el consumo, la producción agrícola tendrá que aumentar un 60 % para satisfacer el incremento que se prevé de la demanda de alimentos y piensos.
Para alimentar una población mundial cada vez mayor y para sentar las bases del crecimiento económico y la reducción de la pobreza, la agricultura debe experimentar una notable transformación, una empresa que complicará aún más el cambio climático.
La agricultura y la seguridad alimentaria se ven ya afectadas por fenómenos meteorológicos más extremos y características meteorológicas cada vez más imprevisibles, lo que da lugar a una reducción de la producción y a menores ingresos en las zonas vulnerables.
Un factor importante en el proceso de adaptación es determinar los efectos concretos del cambio climático en la agricultura y la producción de alimentos.
En ese sentido, diversas técnicas nucleares permiten saber más acerca de los efectos del cambio climático y de la manera de combatirlo, que pasa, entre otras cosas, por controlar la erosión del suelo y la degradación de la tierra y por mejorar la fertilidad del suelo y la eficiencia en el uso del agua.
Por último, cabe señalar que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ayuda a utilizar estas técnicas para determinar los efectos del cambio climático y adaptarse a ellos, lo que permite mejorar la agricultura y la resiliencia de los sistemas de producción de alimentos.
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