El cambio climático es un fenómeno cuyas consecuencias están empezando a reflejarse en la economía global, particularmente en el sector de la agricultura y la disponibilidad de alimentos, explicó Natalia Lever, directora de The Climate Reality Project América Latina.
En entrevista subrayó que las sequías, las olas de calor y las inundaciones son solo algunos de los factores que han afectado en la disponibilidad de alimentos, pero también en las cadenas de suministro, lo que termina por reflejarse en el precio de los mismos.
“Tan solo en México este año, en algunas regiones han aumentado los precios hasta un 200%, tanto en vegetales, frutas, café, cacao. Cuando hay problemas de incendios se incrementa hasta 400% como el caso de Rusia”, sostuvo.
De hecho, alertó, que las migraciones masivas están siendo motivadas por la falta de alimentos en algunos países, como ha sido el caso de Centroamérica.
Por lo que enfatizó que el cambio climático no solo es un problema ambiental, sino también un problema económico y social.
Reducir el impacto
El sector agrícola y forestal, que representa aproximadamente el 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, es uno de los principales responsables del calentamiento global, destacó la especialista.
Refirió que el 70% de la tierra agrícola mundial se destina a la producción ganadera, por lo que si se logran implementar mejores sistemas para alimentar a los rumiantes y se adoptan técnicas agrícolas más eficientes, como el riego por goteo, además, al evitar la deforestación para expandir cultivos y promover sistemas agroforestales, se podrá contribuir a mitigar los efectos del cambio climático.
“Se requieren hasta 18 mil litros de agua para producir un solo kilo de carne”, dijo la experta. "En regiones como el norte de México, donde las sequías son cada vez más intensas, este consumo desmesurado de agua por parte de industrias productoras de carne, refrescos o cerveza está acelerando la desertificación”, agregó.
En el caso de México, Natalia Lever recordó que en el 2023 se perdió hasta el 30% del área sembrada de café, dañando más de 690 mil hectáreas de cereza. La situación también afecta a la pesca, dijo, con reducciones en la captura debido a las alteraciones de los ecosistemas marinos y fluviales.
En la agricultura, la dependencia de las lluvias naturales es una de las principales vulnerabilidades. En México, casi el 80% de la agricultura depende directamente de las lluvias, lo que hace que la producción sea susceptible a los cambios climáticos.
Riesgos por una menor producción
Como ejemplo, la directora de The Climate Reality Project para América Latina, refirió la producción de maíz, uno de los alimentos más básicos en el país, se ha visto amenazada. Incluso, existe el riesgo de que el rendimiento de la producción de este grano podría reducirse hasta un 10% para 2025 si las tendencias actuales del cambio climático persisten.
Particularmente en las regiones del norte del país, donde las sequías se intensifican y se profundizan año tras año se requiere acciones urgentes para atender la emergencia.
“En México es todavía más importante tener sistemas que no dependan de la labranza de la tierra, tener sistemas de riego más eficientes y evitar la deforestación tanto para la ganadería como para cultivos intensivos en agua”, indicó.
Agregó que la desertificación, un proceso en el cual las tierras agrícolas pierden su fertilidad y biodiversidad debido a la falta de agua y malas prácticas, está siendo un problema en muchas zonas del país.
"Una vez que la tierra está completamente seca, la biodiversidad del suelo se pierde de manera irreversible", advirtió Lever.
Adaptación
La directora de The Climate Reality Project América Latina resaltó que a medida que el clima continúa cambiando, es crucial tomar medidas efectivas tanto para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como para adaptar nuestros sistemas agrícolas y de producción alimentaria a la nueva realidad climática.
Acotó que el hecho de que la población consuma las mismas plantas todo el año ejerce una presión importante en el ecosistema. De ahí que necesitamos consumir más especies de plantas que permitan una “rotación de cultivos más sana”.
“Necesitamos empezar a invertir en modelos de producción agrícola en que no dependan de la quema o de la tala de nuestros bosques. Así que vemos muy claramente que la producción alimentaria sostenible y las respuestas al cambio climático van de la mano”, consideró.
Fuerte presión por monocultivos
Durante la entrevista, mencionó que los monocultivos de gran escala, como el arroz, la soya y la carne de vaca, están ejerciendo una enorme presión sobre los ecosistemas, especialmente en cuanto al uso intensivo de recursos del subsuelo y la contaminación derivada de prácticas agrícolas que no son sostenibles.
Lo anterior porque son alimentos que consume todo el mundo y durante todo el año.
Estos cultivos, que se consumen a nivel global durante todo el año, requieren vastas extensiones de tierra y un alto consumo de insumos, incluidos plaguicidas, que agravan la degradación del suelo y afectan los recursos hídricos.
Natalia Lever señaló que, aunque la agricultura regenerativa ofrece una alternativa para mitigar el cambio climático, sigue siendo una alternativa más costosa en comparación con los métodos convencionales, debido a la falta de incentivos y subsidios gubernamentales que apoyen a los agricultores para hacer el cambio.
“Todavía hoy es más caro producir de manera ecológica los alimentos… Y hasta que eso no cambie y no cambien las regulaciones y los consumidores no estén empoderados, esto seguirá ocurriendo en nuestro país”, resaltó.
Por lo que agregó que a las empresas les falta transformar sus sistemas de producción, cambiar la manera en la que hacen las cosas, porque el día de hoy, la forma en la que lo hacen solamente corresponde al menor costo y no a la responsabilidad social de cuidar los recursos que utilizan.
Te recomendamos: Innovación climática, el rol de las empresas en la lucha contra el cambio climático