La Conferencia de las Partes, COP28 es una oportunidad crucial para tomar el rumbo correcto y acelerar la acción para afrontar la crisis climática. Teniendo en cuenta los récords de las temperaturas a nivel mundial y los fenómenos temporales extremos que afectan a la población del planeta.
Este evento marca la culminación de un proceso conocido como el Inventario Global, una evaluación de los avances realizados hasta la fecha en la consecución de las disposiciones clave del Acuerdo de París.
En este sentido, las delegaciones de la COP28 se enfrentan a dos opciones:
- Constatar simplemente la falta de avances, retocar algunas medidas tomadas hasta ahora y postergar las decisiones más necesarias.
- Decidir conseguir que todos los habitantes del planeta puedan adaptarse al cambio climático, financiar adecuadamente la transición que ello conlleva y decidir comprometerse con un nuevo sistema energético.
COP28, impacto de la sequía en el rendimiento agrícola
Durante la COP28, la Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación (CNULD) presentó en un informe los últimos datos relacionados con la sequía.
Los cuales apuntan a una emergencia sin precedentes a escala planetaria, en la que los impactos masivos de las sequías inducidas por el ser humano apenas están empezando a manifestarse.
El retrato global de la sequía revela la urgencia de esta crisis y el imperativo de aumentar la resiliencia en todo el mundo. Por ello, se requiere una transformación profunda para hacer frente a sequías que cada vez son más frecuentes y graves para el rendimiento agrícola.
El organismo destaca, que la cuenca hidrográfica del Plata en Brasil y Argentina no vivía una sequía tan grave como la de 2022 desde hace 78 años. Esta situación ha reducido el rendimiento agrícola y afectado a los mercados mundiales de cultivos.
En ese sentido, se prevé una caída del 44% en la producción de soja de Argentina en 2023 en comparación con los últimos cinco años.
Lo que supone la cosecha más baja desde 1988 y 1989, lo que puede contribuir a una caída estimada del 3% en el PIB en el país este año.
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Reducción de emisiones, tema clave en la COP28
El informe decenal de la Organización Meteorológica Mundial sobre el estado del clima, presentado en Dubái, revela que entre 2011 y 2020, más países registraron temperaturas altas récord que en cualquier otra década.
La agencia de la ONU también advierte de que las perturbaciones climáticas están socavando el desarrollo sostenible, con consecuencias nefastas para:
- la seguridad alimentaria mundial
- los desplazamientos
- las migraciones
Cada década desde 1990, ha sido más cálida que la anterior, y no hay signos inmediatos de que esta tendencia se invierta. Se está perdiendo la carrera para salvar los glaciares y capas de hielo que se derriten.
Por ello, es imperativo el reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como prioridad máxima y absoluta del planeta a fin de evitar que el cambio climático se salga de control.
El compromiso del sector de la refrigeración
Más de 60 países se comprometieron en Dubái a disminuir el impacto climático de la refrigeración, luego de la presentación de un informe que establece una vía para reducir las emisiones en el sector.
Presentado en la COP28 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el documento señala que más de mil millones de personas corren un alto riesgo de sufrir calor extremo debido a la falta de acceso a la refrigeración, la gran mayoría en África y Asia.
La refrigeración proporciona alivio a la población y también es esencial para otras áreas críticas, como la seguridad alimentaria mundial y el suministro de vacunas.
Asimismo, la refrigeración convencional, como el aire acondicionado, es responsable de más del 7% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Si no se gestiona adecuadamente, las necesidades energéticas para la refrigeración de espacios se triplicarán de aquí a 2050, junto con las emisiones asociadas.
Por último, la OMM confirmó en un informe que la última década ha sido la más cálida jamás registrada, una tendencia de 30 años que está impulsada por las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de actividades humanas.