Estados Unidos. - Los adelantos en el la tecnología y en los datos ya permiten prever muchas catástrofes antes de que se desaten y causen sufrimiento a los seres humanos, pero, ante el aumento de las amenazas contra la seguridad alimentaria como las crisis alimentarias y los medios de vida rurales, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha instado a intensificar masivamente el uso de estas herramientas.
Ante la frecuencia, la intensidad y la complejidad cada vez mayores de las crisis alimentarias, “no podemos seguir recurriendo a las mismas estrategias del pasado: hemos de innovar e invertir de manera más sabia y eficiente”, dijo Rein Paulsen, director de Emergencias y Resiliencia de la FAO, durante su intervención en el Acto humanitario de alto nivel sobre acción preventiva celebrado en paralelo a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
En los últimos cinco años, el número de personas afectadas por una crisis alimentaria ha continuado aumentando, hasta alcanzar los 155 millones de personas en 55 países en 2020. Actualmente, más de 41 millones de personas se enfrentan a situaciones de emergencia por inseguridad alimentaria, corriendo así el riesgo de padecer hambruna o condiciones similares a menos que reciban asistencia inmediata para sobrevivir.
Prevenir las crisis alimentarias
La acción preventiva abarca desde las transferencias monetarias que permiten a las personas protegerse a sí mismas y a sus animales hasta la asistencia a los pescadores para que pongan a buen recaudo sus embarcaciones y artes cuando se avecina una tormenta, así como los equipos de horticultura doméstica con el fin de ayudar a las familias en zonas de guerra a producir alimentos más cerca del hogar antes de que se produzca una escalada del conflicto.
En las comunidades pastorales, estas intervenciones a menudo implican el suministro de piensos y vacunas para mantener al ganado esencial sano y salvo ante una etapa de sequía, mientras que los agricultores pueden recibir equipos de riego por goteo y semillas resistentes a este fenómeno.
Independientemente del contexto, todas las medidas preventivas tienen la misma finalidad: proteger a los agricultores, pescadores y cuidadores de ganado vulnerables, para que no se queden sin sustento y puedan seguir alimentándose tanto a sí mismos como a sus familias.
Aspectos destacados para la prevención
En 2020, los enjambres de langosta del desierto que se propagaron por el Cuerno de África, la península arábiga y Asia sudoccidental amenazaron con arruinar los cultivos y los medios de subsistencia. La FAO cooperó con los gobiernos para ayudar a contener la peor plaga de langosta del desierto registrada en 70 años en determinadas zonas. Las operaciones de lucha contra esta plaga evitaron la pérdida de más de 4 millones de toneladas de cereales y de 870 millones de litros de leche.
En la isla filipina de Mindanao, la FAO prestó apoyo a las familias atrapadas en plena escalada del conflicto local ante la llegada de una sequía inminente mediante kits de horticultura y pequeñas granjas avícolas comunitarias cerca de los centros de evacuación, con miras a proporcionarles alimento antes de que dejaran de tener acceso a sus explotaciones.
Otras personas que seguían teniendo acceso a sus arrozales recibieron semillas de arroz resistentes a la sequía para poder cultivar. En total, por cada dólar invertido por la FAO, los agricultores de Mindanao recibieron 4.4 dólares de beneficio y evitaron las pérdidas.
Te puede interesar: La inseguridad alimentaria aguda alcanza su nivel más crítico