En los últimos años, han surgido una gran variedad de tendencias y prácticas innovadoras que revolucionaron la agricultura, tanto en relación con su producción como en la forma de consumir lo que se produce. Las principales tendencias en alimentación, donde la agricultura tiene un rol fundamental son:
- Genética y protección de cultivos. La utilización de nuevas herramientas genéticas y soluciones químicas para potenciar y proteger el rendimiento de los cultivos no es una práctica nueva, aunque sí muy necesaria para afrontar los desafíos que el campo le propone a los productores agropecuarios todos los años.
- FoodTech. El objetivo de esta tendencia es replicar y producir alimentos de forma sustentable y escalable teniendo a la agricultura como principal proveedor de ingrediente. De esta forma, se trata de alcanzar estándares saludables de alimentación y satisfacer demandas específicas con bajo impacto ambiental.
- Uso de tecnologías que ayudan a la producción hogareña. Esta es una tendencia en aumento por parte de aquellos que buscan alimentos frescos, gracias a la ayuda de soluciones tecnológicas. Un ejemplo de esto es el cultivo en hidroponía, una forma de cultivar hortalizas, frutas y plantas aromáticas en pequeños espacios, utilizando soluciones liquidas enriquecidas con nutrientes en lugar del tradicional suelo agrícola.
- Uso de ingredientes funcionales. Una dieta balanceada, rica en nutrientes, con el suficiente ejercicio, es importante como punto de partida. Sin embargo, es importante reforzar con alimentos y bebidas fortificadas que ayuden a garantizar un sistema inmune fortalecido y listo para actuar.
El papel de la tecnología en la agricultura
Es indiscutible cómo la agricultura de la mano de las nuevas tecnologías, contribuye con la alimentación del futuro. Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) desarrollan formas de inteligencia artificial (IA) que sean inclusivas y promuevan formas sostenibles de lograr la seguridad alimentaria y nutricional.
La IA puede contribuir a alcanzar el objetivo de alimentar a una población mundial que se estima que ascenderá a 10 mil millones de personas para 2050, salvaguardando al mismo tiempo los recursos naturales y abordando dificultades tales como el cambio climático y las repercusiones de perturbaciones como la enfermedad por Covid-19.
En la FAO, junto con el desarrollo de herramientas de inteligencia artificial, trabajan para establecer la Plataforma International para la Alimentación y la Agricultura Digitales , un foro inclusivo de múltiples partes interesadas con el fin de identificar y discutir los posibles beneficios y riesgos de la digitalización de los sectores alimentario y agrícola.
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La IA en la agricultura, una oportunidad para lograr el desarrollo sostenible
La inteligencia artificial puede desempeñar una importante función en la transformación de los sistemas alimentarios y contribuir a abordar la inseguridad alimentaria y nutricional. En los sectores agrícolas, se puede cumplir esta optimizando o incluso llevando a cabo algunas actividades humanas, como plantar y cosechar, aumentando de ese modo la productividad, mejorando las condiciones de trabajo y usando los recursos naturales más eficientemente.
A medida que la tecnología de la ciberagricultura avanza rápidamente, la se aplica en tres áreas agrícolas principales:
- Robótica agrícola
- Seguimiento del suelo y los cultivos
- Análisis predictivo
En un contexto de cambio climático, crecimiento demográfico y agotamiento de los recursos naturales, el progreso logrado en estas áreas puede contribuir en gran medida a la conservación de los suelos y del agua, que cada vez adquiere mayor relevancia para lograr la seguridad alimentaria en forma sostenible.
Dos ejemplos de mejores prácticas en el uso de la IA en la agricultura:
El portal WaPOR de la FAO, que realiza un seguimiento e informa acerca de la productividad del agua en la agricultura en todo África y el Cercano Oriente. Proporciona libre acceso a la base de datos de productividad del agua y los miles de capas de mapas que incluye y también permite realizar consultas directas de datos y análisis de series cronológicas, obtener estadísticas de áreas y descargar variables esenciales relacionadas con evaluaciones de la productividad del agua y de las tierras.
El Sistema del índice de estrés agrícola es un indicador de consulta rápida desarrollado por la FAO para la detección temprana de zonas agrícolas que presentan una probabilidad elevada de estrés hídrico/sequía a nivel mundial, regional y nacional, por medio del uso de tecnología satelital.
Los agricultores en el centro de la escena
En el Llamamiento de Roma para la ética de la IA se destaca que "los sistemas de IA deben concebirse, diseñarse y aplicarse a fin de atender y proteger a los seres humanos y el ambiente en el que viven".
El Llamamiento de Roma se apoya en varios principios fundamentales:
- Transparencia. En el sentido de que los sistemas de IA deben poder explicarse.
- Inclusión. A fin de que se tenga en cuenta a todos los seres humanos y de que se les ofrezcan las mejores condiciones posibles para expresarse y desarrollarse. E
- Imparcialidad. Con miras a que las tecnologías no creen sesgos ni funcionen en base a ellos, en beneficio de solo unos pocos.
En relación con estos principios, y en el contexto del uso de la IA en la agricultura, los asociados y cosignatarios del Llamamiento de Roma reconocen que es necesario proteger los derechos de los agricultores y los conocimientos que poseen, en especial de aquellos de los países en desarrollo.
También es necesario superar la brecha digital: actualmente seis mil millones de personas no tienen conexión de banda ancha, cuatro mil millones no tienen Internet, dos mil millones no tienen teléfonos móviles y 400 millones no tienen señal digital. Asimismo, existen grandes diferencias en el acceso a los recursos entre los hombres y las mujeres y las personas jóvenes y ancianas.
Los asociados del Llamamiento de Roma instan a los países y al sector público a aprovechar las ventajas que presenta la IA para apoyar a los pequeños agricultores e impulsar el desarrollo rural, la erradicación de la pobreza y la mejora de la seguridad alimentaria. A esos efectos, deberían invertir en capital humano y establecer políticas y reglamentaciones que reduzcan al mínimo el riesgo de exclusión y desigualdad.