Una dieta sostenible cuesta mucho más de 1.90 dólares por día, el umbral internacional de la pobreza, así lo indica el "Informe del Estado de Seguridad Alimentaria y Nutrición en el mundo” de las Naciones Unidas.
El precio de la dieta sostenible menos costosa es cinco veces mayor que el precio de llenar el estómago solo con almidón. Los alimentos con alto contenido de nutrientes, como los productos lácteos, las frutas y las hortalizas y los alimentos con proteínas (de origen vegetal y animal), constituyen los grupos de alimentos más caros del mundo.
Superar el hambre y la malnutrición en todas sus formas (incluidas la desnutrición, las carencias de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad) va más allá de conseguir alimentos suficientes para sobrevivir: la alimentación de las personas, principalmente de los niños, debe también ser nutritiva.
Sin embargo, uno de los principales obstáculos es el elevado costo de los alimentos nutritivos y la escasa asequibilidad de una dieta sostenible para un gran número de familias.
Las estimaciones más recientes indican que tres mil millones de personas o más, una cifra alarmante, no pueden permitirse una dieta sostenible. En África subsahariana y Asia meridional, este es el caso del 57 % de la población, aunque no se salva ninguna región, ni siquiera América del Norte y Europa.
De acuerdo con el informe, en 2019 entre un cuarto y un tercio de los niños menores de cinco años (191 millones) padecían retraso del crecimiento o emaciación: eran o demasiado bajos o demasiado delgados. Unos 38 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. Mientras que la obesidad en adultos se ha convertido en una pandemia mundial en sí misma.
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Acceso a la dieta sostenible
En general, las dietas costosas e inasequibles suelen estar asociadas a un aumento de la inseguridad alimentaria y de todas las formas de malnutrición.
Actualmente, destacan las interrupciones del suministro de alimentos y la falta de ingresos derivadas de la pérdida de medios de vida y remesas como resultado de la pandemia por Covid-19, hace que la población se enfrente a mayores dificultades para acceder a alimentos nutritivos y dificultan aún más que la población más pobre y vulnerable acceda a dietas saludables.
Según los análisis realizados para el informe, las dietas saludables cuestan 60% más que las dietas que sólo satisfacen las necesidades de nutrientes esenciales y casi cinco veces más que las dietas que sólo satisfacen las necesidades de energía alimentaria mediante alimentos amiláceos, es decir, los que contienen almidón o similares.
Los representantes de organismos humanitarios califican de inaceptable que en un mundo que produce alimentos suficientes para alimentar a toda su población, más de mil 500 millones de personas no se puedan permitir una dieta que cumpla los niveles necesarios de nutrientes esenciales y más de tres mil millones ni siquiera se puedan permitir la dieta saludable más barata.
El informe expuesto por la FAO argumenta que cuando al tener en cuenta consideraciones relativas a la sostenibilidad, el paso a dietas sostenibles en todo el mundo ayudaría a controlar el aumento del hambre, al tiempo que propiciaría enormes ahorros.
Se calcula que este giro permitiría compensar casi por completo los costos sanitarios asociados a una alimentación poco saludable, que se estima que alcanzarán 1.3 billones de dólares al año en 2030; mientras que el costo social de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el sector de la alimentación, estimado en 1.7 billones de dólares, podría reducirse hasta en tres cuartas partes.