El amaranto no sólo está ligado a la alimentación mexicana, sino también a la tradición y de las culturas prehispánicas. De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), el cultivo de amaranto fue uno de los más antiguos de Mesoamérica pues se domesticó desde hace más de cuatro mil años, mediante sistemas agrícolas tradicionales como la milpa y las chinampas.
El amaranto también era utilizado en rituales religiosos, ya que los aztecas lo utilizaban para la elaboración de panes con miel de maguey, los cuales tenían la forma de sus deidades, como Quetzalcóatl y Tláloc, por ejemplo. Hoy en día, las principales entidades productoras de amaranto son Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Ciudad de México, Oaxaca y Morelos.
En ese sentido, al hablar de amaranto es inevitable pensar en la «alegría», un dulce típico mexicano, por lo cual ha sido reconocido como un alimento del futuro. Por ello, con motivo del Día Nacional del Amaranto, que se conmemora cada 15 de octubre, te compartimos algunos datos que quizá no sabías de este extraordinario alimento.
Los beneficios del amaranto
El amaranto aporta numerosos beneficios a la nutrición de las personas, tanto por sus semillas, como por sus hojas. Informes de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) indican que la semilla de amaranto posee entre 13 y 19% de proteína de buena calidad y alta biodisponibilidad; mientras que las hojas presentan un alto contenido de calcio, magnesio y vitamina C.
“Si bien comúnmente lo disfrutamos en forma de dulce, en realidad podemos aprovechar tanto la semilla como las hojas en múltiples preparaciones, ya que su sabor es ideal para incluir en sopas, guisados y risottos”, señaló Georgina Gómez, líder de nutrición para Unilever México y el Caribe.
Reconocido por su valor nutricional y sustentable, el amaranto fue incluido en el listado de los 50 Alimentos del Futuro, elaborado por la marca Knorr y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), en colaboración con Adam Drewnowski, director del Centro de Salud Pública y Nutrición en la Universidad de Washington.
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