Un estudio respaldado por Arla Foods encontró que el 66% de los consumidores en Reino Unido, Dinamarca, Suecia y Alemania no ven la nutrición como parte de dietas sostenibles. Además, la mitad (49%) de los 8 mil consumidores encuestados se sienten confundidos sobre cómo comer de manera sostenible y el 52% afirma que les gustaría más información.
Los hallazgos sugieren que se necesita más educación del consumidor para promover dietas sostenibles al tiempo que se alivian las deficiencias de micronutrientes en los consumidores "ciegos a la nutrición".
Nutricionistas de salud pública como Judy Buttriss, quien fue directora general de la Fundación Británica de Nutrición de 2007 a 2021, advierte que la atención de peso de los consumidores sobre la huella de carbono, la biodiversidad, los envases y el bienestar animal podría tener consecuencias no deseadas en nuestra salud.
Las dietas sostenibles y el hambre oculta
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define una dieta sostenible como aquella que considera tanto el impacto ambiental como el valor nutricional de la dieta.
Si bien más de la mitad de la población europea tiene sobrepeso y una de cada seis personas es obesa según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 20% de los dos mil millones de personas que sufren de "hambre oculta" en todo el mundo son europeos. El hambre oculta se refiere a la baja ingesta de vitaminas y minerales y existe tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, a menudo en combinación con la obesidad.
“Las personas en riesgo de deficiencia de micronutrientes podrían no darse cuenta. Si su dieta es pobre, aún puede obtener su energía de los macronutrientes como los carbohidratos y las grasas. Sin embargo, no necesariamente se obtienen cantidades suficientes de micronutrientes como hierro, zinc, calcio, yodo, vitamina A, vitaminas B y vitamina C”, explicó Lea Brader, científica de nutrición de Arla Foods.
Las pautas dietéticas
Las pautas dietéticas oficiales promueven dietas que sean nutritivas, accesibles, asequibles y culturalmente aceptables. Cada vez más países han comenzado a incluir también la consideración del impacto climático de los alimentos, así como los problemas de desperdicio de alimentos.
Lea Brader aconseja: “Con toneladas de información en el dominio público que puede o no ser validada científicamente, ciertamente puede ser difícil decidir qué comer para mantenerse saludable y vivir de manera sostenible. Un buen lugar para comenzar es seguir sus pautas dietéticas nacionales”.
Sin embargo, casi el 90% de los consumidores europeos mayores de 15 años no están comiendo cantidades adecuadas de frutas y verduras, según un informe de la semana pasada de Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea (CE).
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