Cuando se habla de tasas de reciclado en América del Norte, la lata de acero y los envases de hojalata son elementos clave.
La tasa general de reciclado para el acero, que está calculada sobre la base de chatarra total ahorrada y reciclada versus el total de acero producido, se estima que está en esa región en un 75% .
Es importante notar, sin embargo, que cierta cantidad acero permanece sin tocar durante mucho tiempo. Por ejemplo, el puente Golden Gate de San Francisco, en Estados Unidos no lo miramos como una ruta para salir de esa ciudad, sino como un inventario de chatarra.
Eventualmente el acero de ese puente será reciclado y puede que regrese a sus manos en forma de lata de tomate o como parte de un electrodoméstico.
Acceso a recicladores
La mayoría de los ciudadanos en Norteamérica tienen fácil acceso a recicladores, tendencia que está creciendo en todo el mundo y que se llama "reciclado del cordón de vereda" porque esos deshechos se tiran en contenedores especiales para su reciclado, que están ubicados en el cordón de la vereda.
Muchas comunidades comenzaron con este proceso hace 20 años, principalmente por razones medioambientales. Pero hoy se entiende que el reciclado de latas y botellas es un negocio redondo. Los ingresos de vender esos productos descartados -ya sea vidrio, aluminio, lata o papel- ayuda a recuperar con creces el costo de la recolección y, además, uno ahorra dinero para la comunidad al reducir los costos de los rellenos sanitarios.
En Norteamérica, dos de cada tres latas se reciclan, es decir un 65% de ese material. ¿Cuál es el panorama en otras partes el mundo? La Asociación Mundial del Acero recopila datos de todos los países para calcular una tasa de reciclado mundial para la lata de acero.
Los últimos datos son de 2007 e indican que hay una amplia tasa de reciclado: el promedio mundial es de 68%, pero está Brasil con el 45% y en crecimiento, y Japón con una tasa del 85%, mientras que los países en desarrollo como Turquía se recicla una de cada 3 latas.
Envases de hojalata: reciclar, reducir y reusar
El reciclado es una de las tres R que nos importan, junto a reducir y reusar. La lata de acero lidera el ranking de materiales reciclados (69%), seguido de cerca por el vidrio (62%), y más allá están los cartones y los plásticos (32 y 20% respectivamente).
Si vamos hacia el mercado y el medioambiente sustentable, es clave que crezcan todas las tasas de reciclado, pero como se puede ver, el material más ventajoso es el acero, entre otras razones, porque sus propiedades magnéticas lo hacen fácilmente clasificable y reciclable.
¿Por qué reciclamos el acero? Porque ahorra energía: al reciclar seis latas de tomate podremos darle electricidad a una bombita de luz durante 39 horas.
Por eso decimos que el reciclado de acero es verde, pero no por su aporte medioambiental sino por el color del dólar: permite ahorrar dinero, y por supuesto, preciosas materias primas.
El reciclado es un componente clave, pero si uno analiza la lata de sopa Campbell creada hace 25 años, van a notar que hoy pesa un 33% menos porque se redujo la cantidad de acero que se utiliza para confeccionarla.
La huella de carbono: el camino de los alimentos del campo a la mesa
El reciclado reduce notablemente la huella de acero de nuestros productos, ya que se minimizan los efectos medioambientales de la extracción de la materia prima, y de aquellos que se generan en los rellenos sanitarios.
En base a esto, se realizó un estudio analizando el impacto del ciclo de vida de diversos envases. Para esto tuvimos en cuenta las latas de acero contenedoras de productos alimenticios, y las comparamos con procesos competidores: los congelados y los refrigerados o frescos.
De esos tres productos, analizamos la huella de carbono que se deja en el ambiente al llevar un alimento desde el campo hasta la mesa de los consumidores.
El proceso
Producción. Cuando se analiza la granja, no hay diferencias porque durante la cosecha no se sabe el destino del alimento. En este punto la energía utilizada total es pareja, ya sea que se despache como producto fresco, congelado o dentro de una lata.
Procesamiento. Las cosas de acá en adelante si van a cambiar, de acuerdo al tratamiento que se le dé al alimento. En ese sentido, el alimento fresco o refrigerado no se procesa, pero hay una gran huella de carbono para los refrigerados y enlatados, ya que hay que prepararlo antes de envasarlo. Los productos congelados dejan una huella más fuerte que los enlatados en esta etapa.
Transporte. Durante el transporte los productos enlatados reducen notablemente su huella, porque no se requiere ningún tipo de refrigeración. Es importante destacar que el peso no es un aspecto importante en esta ecuación, aunque hay que tener en cuenta la capacidad del transporte que se utilice.
Packaging y mayoristas. En esta etapa tenemos una huella de carbono al hacer el packaging de la lata. En los refrigerados es más alto que lo esperado por el desperdicio que aparece en las verdulerías, por ejemplo.
Almacenamiento. El almacenamiento de las latas en una despensa no tiene gasto de energía. En cambio, los productos congelados necesitan de un cuidado especial.
La comida en la mesa. El siguiente paso es la preparación de la comida. Como dije anteriormente, el producto enlatado o congelado ya ha sido cocinado y requiere muy poca energía para ser servido en la mesa. Por otra parte, los productos frescos tienen que cocinarse.
Beneficio nutricional de los enlatados
En esta parte de la ecuación también entran en juego otros ítems como los valores nutricionales de cada producto. Es importante notar que en varios estudios el beneficio nutricional de los productos enlatados es igual o superior al de los productos frescos y congelados. Esto se analizó en universidades de Estados Unidos y duplicado en otras partes del mundo.
En conclusión, los productos refrigerados y enlatados andan muy parejos y dejan una huella mucho menor a la que requieren los productos congelados, que necesitan casi un 70% más de energía para llevar los alimentos de la granja a la mesa.
Finalmente cuando se analiza a la lata de acero, uno puede cumplir con las tres P del medioambiente: people (gente), profit (ganancia) y planet (planeta). Porque permite a la gente consumir productos nutritivos a bajo costo, ofrece una ganancia que hace que sigamos trabajando en esto y es el envase más reciclable.
Fuente: Resumen de la disertación de Bill Heenan, presidente del Instituto del Reciclado de Acero (SRI-Steel Recycling Institute), durante la Exposición Internacional del Envase/Alimentek 2009 realizada en Costa Salguero, Buenos Aires, Argentina.