El packaging es una parte esencial de cada producto, y también son grandes generadores de desperdicio y contaminantes. Por ello, el pensar en sustentabilidad no sólo requiere que el mismo producto sea reciclable o sea de fuentes responsables, sino que también el empaque impulse una economía circular.
Desarrollar soluciones de envasado y de embalaje sostenible que faciliten el packaging a lo largo de toda la cadena de distribución, y que además aceleren la economía circular será, uno de los principales retos a lograr en los próximos años.
Por ello, agregar el valor de la sostenibilidad en el packaging se convierte en una prioridad tanto para la industria, como para los fabricantes. Sin olvidarnos del propio consumidor, que demanda cada vez más este tipo de soluciones sostenibles.
Las compañías ven la necesidad de abordar la implantación de un nuevo modelo productivo basado en la economía circular. Donde los materiales usados para la fabricación de envases y embalajes promuevan la aceleración de la circularidad para una mayor sostenibilidad.
Uso de subproductos para elaborar packaging alimentario
La FAO descubrió que el 14% del desperdicio alimentario se produce entre la recolección y la venta.
El packaging de plástico pueden alargar la vida útil de las frutas y verduras (las manzanas envueltas duran al menos dos semanas más), pero aumentan la contaminación por plástico en todo el mundo.
Como ejemplo, la compañía estadounidense Apeel Sciences, extrae grasas que se encuentran en las cáscaras, semillas y pulpas de las frutas y verduras para crear un aerosol protector.
Se basa en una sustancia cerosa conocida como cutina, que se encuentra de forma natural en la piel de las frutas y verduras, lo que ayuda a conservar la humedad.
Otro ejemplo la resina de orujo de tomate que desarrolló un grupo de investigadores para recubrir la parte interior de envases metálicos de alimentos, latas de conservas y bebidas, entre otros.
Para lo que reutilizaron los subproductos obtenidos después de procesar el tomate para hacer gazpachos, salsas o zumos y que está formado por semillas, pieles y pequeños restos de ramas.
No dejes de ver: Desarrollan resina con desechos de tomate para recubrimiento de envases
¿Qué tipos de envases ecológicos existen?
Existen varios tipos de envases, ya que el material utilizado puede ser desde celulosa hasta cañas de azúcar. A continuación, detallamos qué tipos de envases ecológicos hay:
- Envases de celulosa. Son 100% compostables, generalmente están recubiertos con PLA (polímero de maíz).
- Packaging de plástico ecológico. Estos son fabricados en PLA, un polímero vegetal derivado del maíz.
- Envases de caña de azúcar. Provienen del residuo vegetal resultante del jugo de la caña de azúcar.
- Cajas y bolsas de papel Kraft. Envases están hechos con papel kraft, un material que proviene de la fibra de madera.
Empaques que impulsan economía circular
La Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados para la Economía Circular es una de las leyes más recientes en España que establece objetivos para fomentar la preparación de residuos para su reutilización, reciclaje u otras formas de valorización.
Esta medida tiene como objetivo incluir en el marco jurídico español las modificaciones establecidas por la Directiva (UE) 2018/851, que se centra en reducir la generación de residuos y establece explícitamente la obligación de avanzar hacia una economía circular.
La actual normativo aborda otros aspectos importantes que tratan diversos temas, tales como:
- Reducción de envases plásticos: El Real Decreto 1055/2022 establece objetivos claros en cuanto a la reducción de envases de plástico, fijando un objetivo del 20% en la disminución de botellas de plástico para finales de año.
- La reutilización: Los comercios minoristas de alimentos y comestibles deberán aceptar y fomentar el uso de envases reutilizables por parte de los clientes.
Por último, La política actual de residuos otorga gran importancia a las medidas preventivas, y fija como objetivo una disminución del 13% en la producción de desechos para el año 2025 y del 15% para 2030, respecto a los niveles registrados en 2010.