La empresa mexicana Biofase ha creado un bioplástico completamente biodegradable y compostable a partir de semillas de aguacate.
La idea surge a raíz de que su creador, Scott Munguía detectase que, a nivel mundial, las principales materias primas para generar bioplásticos eran dos importantes fuentes de alimentos: el maíz y la papa.
"Más del 60% de los bioplásticos que se comercializan en el mundo provienen de ahí. Aunque se está cumpliendo el objetivo de ser menos contaminantes no estás generando, en términos de sustentabilidad,
algo conveniente", explica Munguía.
De ahí, nació la inquietud de buscar otra opción para utilizar como materia prima, la cual encontró en un material que abunda en México: la semilla del aguacate.
La semilla de aguacate en cifras
Cifras de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación indican que la producción nacional de este fruto es de aproximadamente un millón de toneladas, de las cuales se exportan más de 200.000 y aportan ingresos por 400 millones de dólares anuales.
"Conocí las propiedades que tiene el aguacate y me di cuenta que podía existir la posibilidad de hacer un extracto de cierto aislado, que se podría polimerizar. Hace dos años empecé la investigación. Después de seis meses de prueba logré el polímero y de ahí hasta un proceso a nivel industrial", añade.
El resultado es Biocom, una resina termoplástica para la manufactura de productos de plástico biodegradable y compostable, y Bioblend, un aditivo biodegradable que favorece la desintegración natural de polietileno, polipropileno, policloruro de vinilo, poliestireno y polímeros de celulosa.
Ambos productos, que están en proceso de patente, permitieron establecer la empresa Biofase, desde la que se continúa con la investigación.
Producción de bioplástico
Para producir un kilo de bioplástico se utiliza, aproximadamente, 1,5 kilos de semillas de aguacate, aunque esta cifra depende de las características finales del producto que se está buscando.
El resultado son productos capaces de degradarse desde los seis meses hasta los cinco años, dependiendo de su aplicación final, y con impactos mínimos al medio ambiente.
"No es lo mismo hacer una resina para un cubierto, que es de inyección, a una bolsa que es a partir de un proceso que se llama soplado", indicó.