Un equipo de investigadores desarrolló resina de orujo de tomate para recubrir la parte interior de envases metálicos de alimentos, latas de conservas y bebidas, entre otros.
Para lo que reutilizaron los subproductos obtenidos después de procesar el tomate para hacer gazpachos, salsas o zumos y que está formado por semillas, pieles y pequeños restos de ramas.
Actualmente, el orujo de tomate se elimina como residuo sólido, se quema, o, en una pequeña proporción, se destina para alimentación animal por su bajo valor nutricional.
Esta resina biológica e inocua tiene diferentes atributos, por ejemplo, repele el agua, se adhiere firmemente al metal de la lata que recubre y presenta propiedades anticorrosivas frente a la sal y cualquier líquido.
Asimismo, tras realizar pruebas con comida simulada, el próximo paso es probar su eficacia en latas y envases que contengan alimentos reales y evaluar su aplicación industrial.
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Resina que recubre envases alimentarios
De acuerdo con el estudio, titulado ‘Bio-based lacquers from industrially processed tomato pomace for sustainable metal food packaging’, los expertos proponen una alternativa biodegradable para recubrir los envases alimenticios basada en la bioeconomía circular de un producto como el tomate.
El objetivo es reutilizar un desecho, el orujo de ese fruto, como materia prima para otros bienes, en este caso las latas de conservas y otros envases que contengan comida.
Los especialistas señalan que partiendo de un residuo, obtenemos una materia prima ecológica y sostenible, con un impacto ambiental muy bajo, ya que se reduce la generación de basura y al mismo tiempo se minimiza la extracción de recursos fósiles para la fabricación de estos mismos recipientes.
El acero y el aluminio son los principales materiales empleados para fabricar latas y envases metálicos. En contacto con los alimentos, éstos pueden corroer el metal, contaminando así la comida conservada.
Para evitarlo, el interior de estos recipientes se cubre con una capa muy fina que protege al metal de esa corrosión.
Esta resina adhesiva se denomina epoxi, un plástico derivado del petróleo que contiene bisfenol A, más conocido como BPA. Es un compuesto químico industrial que protege a los alimentos, pero al mismo tiempo desprende partículas que interfieren en la salud humana.
Pruebas con comida simulada
Para corroborar todas estas propiedades, los expertos realizaron pruebas con simulantes de comida, como establece la normativa de la Unión Europea para plásticos en contacto con alimentos.
Usaron productos que limitan el comportamiento de un grupo de alimentos que tienen características parecidas. Por ejemplo, utilizaron disoluciones de etanol como si fueran sopas, aceites a modo de cremas y polímeros absorbentes como comida seca.
Además de identificar las características de la resina de orujo de tomate como recubrimiento del interior de los envases, los expertos evaluaron el impacto ambiental de la fabricación de esta resina.
Finalmente, después de realizar ensayos con simulantes alimenticios, el siguiente paso es comprobar la reacción de la resina con comida real. Tomarían una salsa de tomate, de atún, se esterilizas, conserva y así se podrá comprobar si soporta las condiciones reales.