Investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora, en colaboración con el Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla, el Instituto Italiano de Tecnología de Génova y el Politécnico de Milán, desarrollaron un bioplástico impermeable a partir de celulosa y pequeñas moléculas de flúor. Cuya aplicabilidad es apta en la industria alimentaria.
Según los expertos, este nuevo material reúne las condiciones adecuadas para utilizarse como alternativa a otros compuestos fluorados similares al teflón. Polímero conocido por recubrir sartenes y paletas de cocina evitando así que se adhiera la comida.
En concreto, el uso del bioplástico de celulosa y flúor abarca al sector alimenticio donde sirve como envolvente de determinados productos y también para conservar comida. Este biomaterial se compone de celulosa pura procedente de las plantas. A la que se le añade una molécula de flúor sintetizada previamente en el laboratorio.
El investigador José Alejandro Heredia, perteneciente a La Mayora, explica: “Elegimos la celulosa como materia prima porque es el polímero más común del planeta. Desde un punto de vista económico es rentable y además se biodegrada completamente. Reúne todas las características de un material ideal en el contexto de la economía circular, es decir, se le otorga un valor que antes no tenía, se reutiliza y se desintegra en el medio”.
Un bioplástico resistente y biodegradable
Después de realizar ensayos en el laboratorio, los científicos corroboraron que la principal ventaja de este bioplástico es afianzar las propiedades intrínsecas de la celulosa, al mismo tiempo que incorporar otras adicionales. “Presenta una mayor resistencia y capacidad de transpirar. A su vez, invierte otras cualidades propias de la celulosa vegetal como es la permeabilidad, provocando que repela el agua. Sin embargo, sí deja pasar el vapor de agua”, señala Heredia.
Otras dos características fundamentales de este material es su transparencia y su capacidad para absorber rayos ultravioletas. “Podemos controlar el grado de transparencia y por tanto fabricar bioplásticos fluorados completamente transparentes o traslúcidos. En el sector de la alimentación sirve como recubrimiento en el empaquetado de determinados alimentos. Y también evita la descomposición de la comida”, enfatiza el científico.
Por otro lado, este bioplástico presenta una mayor elasticidad y resistencia a cambios de temperatura, a la vez que es ignífugo e hidrófobo. Mientras que la celulosa vegetal es papel y absorbe el agua, al incorporarle la molécula de flúor torna esta propiedad y su comportamiento es totalmente al contrario, es decir, repele los líquidos al mismo tiempo que transpira, dejando pasar el vapor de agua. Esto es de gran utilidad en la fabricación de tejidos.
Te puede interesar: Cinco tendencias en el packaging para envases de alimentos