Para ayudar a contrarrestar el riesgo de una “brecha alimentaria” global, los líderes del sector de alimentos y bebidas han presentado nuevas soluciones que ayudarían a canalizar los residuos orgánicos de la producción y el procesamiento a flujos de valor agregado.
Barry Callebaut, empresa especializada en la producción de productos del cacao comenzó una nueva iniciativa ecológica para reciclar sus cáscaras de cacao en biochar, parecido al carbón vegetal, suministra energía verde y reduce las emisiones de carbono.
De acuerdo con un informe de Oakland Innovation, parte de un grupo de ciencia de consumo, el transformar el desperdicio de alimentos en productos para el consumo humano podría convertirse en una práctica “común” a medida que la población mundial crece.
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La gestión y tratamiento de los residuos orgánicos
De acuerdo con Cristina González, jefa de proyectos de Envases y Economía Circular de Itene, la gestión y tratamiento de los residuos orgánicos o biorresiduos es un reto importante para la mayoría de las ciudades, gestores de residuos o empresas en las que se producen, principalmente en el sector agroalimentario, debido a la gran cantidad en la que se generan.
Para la jefa de proyectos de Envases y Economía Circular, los objetivos comunes en la política de gestión de residuos en Europa no pueden dejar de lado la corriente de residuos orgánicos, ya que, si estos no se gestionan bien, suponen un problema medioambiental y económico, además de ser una pérdida de nueva y valiosa materia prima para las industrias biotecnológicas.
“Por ello, la nueva directiva marco en materia de residuos, la Directiva 2018/851, establece la obligación para todos los estados miembros de la Unión Europea (UE) de establecer la recogida selectiva de los residuos orgánicos antes de finales de 2023 y establece nuevos objetivos de reciclado del 55% en 2025, el 60% en 2030 y el 65% en 2035”, indicó González.
La importancia del compostaje
El compostaje (tratamiento en presencia de oxígeno) y la digestión anaerobia (tratamiento en ausencia de oxígeno) son actualmente los dos procesos de tratamiento con mayor aplicación y bien establecidas para el tratamiento de los residuos orgánicos. Sin embargo, ambas tienen sus limitaciones, comentó Cristina González.
El compost tiene en muchos casos limitaciones debidas al bajo precio de mercado y, en algunas zonas, la baja aplicabilidad debido a su contenido en metales pesados, la escasa aceptación social o incluso la emisión de malos olores. Por su parte, tenemos la digestión anaerobia genera biogás, una fuente de energía renovable, y tiende a ofrecer mayores beneficios medioambientales; pero esta tecnología es altamente sensible a la calidad de los biorresiduos.
La implantación de la recogida selectiva de biorresiduos urbanos en toda la Unión Europea hace necesaria tanto la superación de estos inconvenientes como la búsqueda de tecnologías alternativas de tratamiento. Esta es una fuerza impulsora para el desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías de bioeconomía circular para transformar los biorresiduos en bioproductos valiosos.
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