Las conservas de alimentos como tomates, pimientos o legumbres enriquecen la propia despensa y sirven para alargar la vida útil de los productos de temporada, ya que tienen la ventaja de ser aprovechados totalmente, como en los tiempos antiguos.
En épocas pasadas, la población no desperdiciaba nada en la cocina a falta de una “economía para sustentar las compras”, por lo que desarrollaron habilidades que especialistas culinarios pretenden recuperar.
Por ejemplo, la pringada, una rebanada de pan frito en aceite que permitía aprovechar el pan duro y deshacerse de parte del aceite sobrante de otras frituras. O los trucos de la matanza para sacarle partido a todas las partes del cerdo.
Los expertos en gastronomía señalan que esas técnicas de otras culturas deberían aplicarlas a los productos locales y reforzar los modos de conservación que había antes. Ahora, por ejemplo, se puede hacer una base de almortas (una especie de legumbre) como potenciador de sabor en lugar de la salsa de soja importada.
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Alimentos de la tierra
Ese gusto por la sostenibilidad es la que desprenden las conservas de tomates, que así pueden seguir consumiéndose fuera de temporada, en forma también de pistos.
Ahora, los especialistas en conservas artesanas venden productos como el pimiento asado, legumbres y salsas completamente naturales y sin conservantes, colorantes ni aditivos.
Como novedad tienen una selección de hierbas, especies aromáticas y mieles, que continúan siendo productos naturales de proximidad.
Los expertos apuntan que, en el mercado, la gente valora mucho la comida natural sin conservantes, pero luego dicen que es cara. Todas esas características tienen un precio y hay que plantearse de dónde salen lo que se vende "a precios irrisorios”.
El pescado, digno representante de las conservas
La estrella de las conservas, sin suda, es el pescado. Actualmente hay empresas que destacan por la forma de trabajar el pescado, principalmente los cortes y las partes que escogen, así como por su limpieza in situ.
Así sacan al mercado sardinas picantes, al limón o en aceite de oliva, zumburiñas, ventresca o agujas. Productos de consumo regional que destacan por su sabor, que es más intenso que las sardinas.
Finalmente, los especialistas de la gastronomía aseveran que como no hay mucha agricultura ni ganadería, solo nos queda el atún para comer en invierno. Por eso lo dejan secar para conservar como si fuera un jamón curado o en salazón.