Madrid (EFEAGRO)- En 2022 el precio del aceite de girasol se puso por las nubes, hubo miedo al desabastecimiento y se buscaron alternativas al procedente de Ucrania, donde la guerra demostró la fragilidad de la cadena de suministro por más que se haya reconducido después la situación.
La invasión rusa, que acaba de cumplir un año, puso patas arriba el comercio de aceites vegetales, ya que antes Ucrania suministraba a España un 60 % de su consumo de aceite de girasol.
El presidente de la Asociación Española de Girasol (AEG), Juan Fernández, explica a Efeagro que, si antes del conflicto la tonelada costaba unos 340 euros tras varios años de subida, en 2022 llegó a ponerse en mil euros, un precio que después se ha moderado aunque puede estar actualmente un 25 o 30 % por encima de los de antes.
Ese incremento de precio ha arrastrado al resto de aceites, incluido el de oliva, que acabó el año pasado en niveles máximos y se ha visto además influido por el aumento de los costes, la sequía y la mala previsión de cosecha.
Los últimos datos del Ministerio español de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) muestran que a principios de febrero la cotización media de las semillas de girasol convencional en España era un 5 % inferior al de un año antes y el del alto oleico, un 7 % superior.
Atrás quedaron los momentos más críticos en los que las familias hicieron acopio de aceite de girasol ante los rumores de desabastecimiento y algunos supermercados llegaron a limitar su compra.
"La guerra ha demostrado cuan repentinamente puede romperse la cadena de suministro, vital para el suministro regional. La disponibilidad física de materia prima agrícola es un requisito necesario para asegurar los alimentos", resalta Fernández.
Rusia y Ucrania son los mayores productores mundiales de girasol, pero el primero apenas vendió a España en 2022 unas 100 toneladas de semillas y 56 toneladas de aceite, frente a las 61.300 toneladas de semillas y 275.000 toneladas de aceite del segundo, según datos oficiales.
Perspectivas en 2023
El presidente de la AEG destaca que dos millones de hectáreas en Ucrania no van a poder sembrarse por el conflicto y eso repercutirá en el alza de los precios.
El año pasado España tuvo que comprar girasol de Rumanía y Bulgaria, que tienen previsto sembrar como de costumbre 1,25 millones de hectáreas y 700.000 toneladas en 2023, respectivamente.
A nivel mundial el consumo de girasol está creciendo tanto por la sustitución de aceites de menor calidad en la industria alimentaria como por la emergencia de una clase media en los países menos desarrollados que demanda más alimentos procesados", sostiene Fernández.
En ese contexto, los productores españoles han tenido que adaptar sus cosechas a la volatilidad de los precios, reteniendo incluso las semillas en previsión de nuevos aumentos.
Este año la producción de girasol rondará las 800.000 hectáreas, un 9 % menos que en 2022 y un 25 % más que en 2021, según la AEG.
Tras las excepciones introducidas en la Unión Europea para garantizar el suministro, los barbechos seguirán autorizados para la siembra, pero como el año pasado la mayor parte se dedicó al girasol, en 2023 tocará plantar cereal para la rotación de cultivos.
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Pendientes del mercado mundial
El director general de la Asociación Nacional de Empresas para el Fomento de las Oleaginosas y su Extracción (Afoex), Jorge de Saja, resalta que España plantó girasol en 2022 "como no había hecho en décadas", pese a que los resultados fueron pobres por la sequía.
"La industria buscó todo aquello que fuera aceite en el mercado", sin pensar en el precio por miedo a que no hubiera, y pagó más por el girasol en todos sus usos, desde el industrial hasta el de biocombustible, apunta De Saja.
Un año después del inicio del conflicto, afirma que "la presencia de Ucrania como proveedor de girasol a Europa se ha recuperado a través de los mercados y corredores humanitarios".
En su opinión, el mercado es ahora "más ágil, profesional, dinámico e internacional" y el girasol se comporta como una "commodity" más, pues su precio se regula por factores principalmente internacionales.
El director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), Primitivo Fernández, añade que España ha conseguido identificar otros proveedores y que las salidas de Ucrania se han normalizado por el acuerdo del mar Negro con Rusia.
Según Anierac, en España se vendieron unos 263,6 millones de litros de aceite de girasol en 2022, el 9,6 % menos que en 2021, y 305,3 millones de litros de aceite de oliva, el 1,3 % menos.
Foto: Efeagro/Gustavo Cuevas
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