Cada año se producen 20.4 millones de toneladas de desperdicio de comida en México, un promedio de casi 158 kilos por persona, según datos del Banco Mundial, el equivalente al 34% de la producción para consumo humano. En cambio, terminan como alimento para animales, usado para digestión anaerobia de residuos sólidos e incluso en vertederos de basura que tienen un impacto devastador para el medio ambiente.
De acuerdo con las estadísticas de organismos oficiales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) actualmente en México existen 10.8 millones de personas en pobreza extrema. Urgentemente necesitamos reducir el desperdicio de alimentos para que menos personas padezcan hambre.
Los supermercados hicieron frente admirablemente al desafío de la pandemia, ayudando a garantizar que algunas de las personas más vulnerables de la sociedad todavía pudieran acceder a los alimentos en un entorno seguro. Ahora necesitamos que los supermercados apoyen a las comunidades locales en los duros meses que se avecinan, sumándose a esta propuesta para resolver el problema del desperdicio de alimentos de una vez por todas.
Los esfuerzos para reducir el desperdicio de comida
Sin embargo, también reconocemos que los esfuerzos de los supermercados para reducir el desperdicio de alimentos enfrentan obstáculos por la falta de soluciones integrales a su disposición. Hay muchos proveedores de rescate de alimentos, todos ellos haciendo un buen trabajo, pero no necesariamente trabajando juntos.
Es por esto por lo que estamos trabajando junto a los supermercados para acabar con el problema del desperdicio de alimentos en los supermercados. En Olio nos encargamos de distribuir todo tipo de excedentes de alimentos, incluyendo aquellos que las fundaciones de caridad no pueden aceptar. Al adoptar este enfoque en conjunto, todas las bases están cubiertas.
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Proveedores y consumidores unidos
Convertirse en un negocio que no genera desperdicios es un paso clave de preparación para el futuro. Cada vez hay más pruebas que demuestran que los consumidores son menos tolerantes con el desperdicio de alimentos. Los consumidores están haciendo su parte; pero también esperan que los proveedores hagan lo mismo.
A pesar de esto, esas 20.4 millones de toneladas de alimentos desperdiciadas en México generan 36 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), lo que corresponde a las emisiones anuales de casi 16 millones de vehículos. Ya el agua utilizada en producir alimentos que luego terminan en la basura es de 40,000 millones de metros cúbicos, similar al consumo de agua de todos los habitantes del país durante 2.4 años.
Todos los que conformamos la industria del rescate de alimentos compartimos la misma misión. Con soluciones disponibles en cada nivel de la industria del comercio minorista de alimentos, y más proveedores adoptando un enfoque conjunto para aliviar la carga de los supermercados, no puede haber más excusas para el desperdicio de comida.
Fuente: Tessa Clarke, co-fundadora y CEO de OLIO.