Buenos Aires (EFE) - La actividad económica de Argentina experimentó un paupérrimo avance en marzo, lastrada por una sequía que consolidó la tendencia al estancamiento de los últimos meses, en medio de la gran incertidumbre política y macroeconómica que atraviesa el país.
Según informó este martes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el estimador mensual de actividad económica registró en marzo pasado un pequeño avance del 0.1 % en comparación con febrero, cuando el indicador había aumentado un 0,5 % respecto al mes anterior.
Este índice, que sirve como anticipo provisional para medir la variación trimestral del producto interior bruto (PIB), creció en marzo pasado un 13 % en comparación con el mismo mes de 2022, la tercera subida interanual consecutiva.
El aumento interanual experimentado en marzo implica una aceleración respecto al ritmo de crecimiento interanual que se había registrado en febrero pasado (0.2 %), aunque está lejos del avance anotado en enero (3.1 %).
Según los datos oficiales, el crecimiento económico acumulado en los tres primeros meses del año fue del 1.5 %.
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Caída de la agricultura
De acuerdo con cifras del Indec, la actividad agroindustrial se contrajo un 12 % interanual en marzo pasado, golpeada por una sequía histórica que ha reducido considerablemente el ingreso de dólares en el país.
De hecho, según un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) perdió 5.537 millones de dólares de reservas en el primer trimestre de 2023, el mayor retroceso para este período desde 2006, debido, en parte, a la "gran caída" en la liquidación de divisas del sector agroindustrial.
"El sector Oleaginosas y Cereales liquidó solamente 2.262 millones de dólares en el primer trimestre de 2023. Este guarismo significó una disminución de 74% respecto a la liquidación del primer trimestre de 2022, mientras que se situó un 52% debajo de la liquidación promedio para el período 2003-2021", señaló el estudio.
Este menor ingreso de divisas, además de limitar la capacidad del BCRA de intervenir en el mercado cambiario para frenar la cotización del dólar, ha complicado sobremanera el cumplimiento de las metas del programa suscrito entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Gobierno argentino a comienzos del año pasado; un acuerdo cuyos objetivos están siendo revisados por ambas partes.
El organismo multilateral, que calificó de "constructivas" las negociaciones con las autoridades argentinas, reconoció que el programa se está redefiniendo como consecuencia de la sequía que mermó la actividad agroindustrial de Argentina en el primer trimestre.
Pesimismo para 2023
Después de crecer un 5,2 % en 2022, Argentina encara este año electoral con grandes interrogantes en el frente macroeconómico, condicionado por la escasez de divisas, la inflación galopante (108,8 % en marzo) y las tensiones cambiarias recurrentes.
Según la Bolsa de Comercio de Rosario, la actividad ya muestra "signos de ralentización y estancamiento económico", luego de alcanzar un "máximo local" en agosto del 2022.
"Dicho esto, se espera que la dinámica económica en lo que resta del año se vea limitada por la escasez de divisas en conjunto con los otros males que sufre la macroeconomía argentina: alta inflación, déficit fiscal y cuasi fiscal e incertidumbre por las elecciones presidenciales", subrayó el informe de la entidad.
Por su parte, las consultoras privadas que consulta mensualmente el BCRA arrojaron un pronóstico más que pesimista en su último informe de expectativas de mercado, que prevé una contracción del 3,1 % del PIB para este año.
Un escenario aciago que va camino de frustrar los pronósticos del Gobierno argentino, que estimó un crecimiento económico del 2 % para este año en la ley de Presupuesto.
Foto: EFE/Juan Ignacio Roncoroni
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