La mostaza es originaria de China, fue introducida en Europa por los antiguos griegos, si bien alcanzó su mayor auge en la Roma imperial y existen más de 40 especies distintas.
No obstante, los cuatro principales tipos que existen son la blanca, negra, café u oriental y silvestre.
La gama de sabores que se obtiene de ellas va del picante al dulce o amargo. Además, posee muchas propiedades naturales, especialmente gracias a los minerales que aporta como potasio, fósforo, calcio y vitamina C.
Su aplicación vino impuesta por la necesidad de amortiguar el sabor de la carne, en tiempos en que su conservación presentaba grandes dificultades. Con polvo de mostaza se preparaba las cataplasmas, por lo que quedó como símbolo del alivio.
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Mostaza y sus ventajas medicinales
Las cataplasmas creadas con este ingrediente eran preparadas por los griegos, pero fueron los romanos quienes agregaron granos de mostaza debido a sus propiedades benéficas para la salud. Era utilizado por las enfermedades respiratorias, dolencias pulmonares, además de aplicarse de forma caliente como calmante.
Gracias a su composición, la mostaza es capaz de ofrecer importantes propiedades medicinales, entre las que destacan:
- Combatir síntomas de catarros y afecciones respiratorias como congestión nasal, bronquitis.
- Aliviar el cansancio y dolor muscular
- Reducir el dolor de cabeza y de garganta
- Favorecer la digestión - Estimular el apetito
- Aumentar la tensión y mejorar la circulación
Contiene algunos nutrientes importantes en buena cantidad que tienen poca repercusión en la alimentación cuando se consume sólo la semilla porque son cantidades muy pequeñas, pero eso cambia al consumir tallos, hojas y flores aumentando notablemente la proporción de nutrientes ingeridos.
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