Como respuesta al grave problema mundial de desperdicio de alimentos, Corea del Sur recicló el 98% de sus residuos alimentarios, un caso destacado en la gestión de desechos global.
Así lo dio a conocer el diario estadounidense The Washington Post en una nota, en la que destacó que el país asiático ha transformado casi todo el resto de comida en compost, alimento para animales y biogás, lo que resalta un modelo de reciclaje que podría servir de modelo o ejemplo para otros países.
El Centro de Bioenergía Daon, uno de los aproximadamente 300 centros de reciclaje en Corea del Sur, maneja más de 400 toneladas de residuos alimentarios diarios, generando suficiente energía verde para abastecer a unas 20 mil viviendas, detalla la nota.
Este centro en la ciudad de Daejeon, a unas dos horas de Seúl, procesa la mitad del desperdicio alimentario diario de la ciudad.
Hace dos décadas, Corea del Sur enfrentaba un grave problema con sus vertederos saturados y la emisión de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono.
Para tratar de solucionar este problema, Corea del Sur prohibió la disposición de residuos alimentarios en vertederos y exigió a los ciudadanos separar sus desechos orgánicos, financiando el servicio mediante tarifas y multas.
Necesario, implementar políticas públicas efectivas
El país, con una alta densidad poblacional y recursos significativos, ha logrado integrar este proceso en su vida cotidiana, mientras que en lugares como Estados Unidos, aproximadamente el 60% de los residuos alimentarios aún terminan en vertederos.
La diferencia radica en la capacidad de implementar políticas estrictas y la infraestructura necesaria para su funcionamiento.
Aunque el modelo surcoreano es eficiente, no está exento de problemas. La separación inadecuada de residuos, como plásticos y utensilios desechables, y la resistencia de los agricultores a utilizar alimento para ganado hecho de desechos, son retos que el país sigue enfrentando.
Aunado a lo anterior, la demanda de biogás en climas cálidos, como el de Vietnam, demuestra que el modelo no es universalmente aplicable.
Dado que este sistema o modelo de reciclaje de desechos alimentarios presenta desafíos, dificulta que otros países puedan replicarlo, se lee en la nota.
Jonathan Crohn, profesor asociado de ingeniería en la Universidad de Brandeis, una universidad de investigación estadounidense, sugiere que la clave para mitigar el desperdicio alimentario global no solo está en mejorar el reciclaje, sino en reducir la cantidad de comida que se desperdicia desde el principio.
El especialista opina que “la verdadera solución” radica en prácticas preventivas y en la reducción de los residuos alimentarios en lugar de solo en su reciclaje.
La experiencia de Corea del Sur destaca tanto el potencial como las limitaciones del reciclaje de residuos alimentarios y ofrece lecciones valiosas para países que buscan mejorar su gestión de desechos y reducir su impacto ambiental.
Sin duda es un paso relevante para mitigar el desperdicio de comida que afecta a todo el mundo.
En México, preocupa el desperdicio de alimentos
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), aproximadamente el 17% de la producción total mundial de alimentos se desperdicia.
Este desperdicio se distribuye en un 11% en hogares, un 5% en servicios alimentarios y un 2% en el sector de venta al por menor.
En México, la situación no es diferente y preocupa. De acuerdo con el Banco de Alimentos de México (BAMX), un tercio de la comida producida en el país se desperdicia, lo que equivale a 38 toneladas de alimentos por minuto (sic).
Esta cantidad de alimentos perdidos podría alimentar a 25.5 millones de personas que padecen carencia alimentaria en el país.
“Este desperdicio implica no solo una pérdida de recursos como agua, tierra, energía, mano de obra y capital, sino también la generación de emisiones de gases de efecto invernadero al descomponerse en vertederos”, dice un informe del gobierno del Estado de México.
Genaro Aguilar, coordinador de la Red Latinoamericana de Expertos contra la Pérdida y Desperdicio de Alimentos, asegura que el 70% del desperdicio de alimentos se da antes de su comercialización. Esto incluyendo el campo y el transporte, debido a problemas de precios y características estéticas exigidas por el mercado.
Mientras que el 32.8 por ciento de toda la producción nacional de alimentos termina como desperdicio.
Hay más implicaciones en este problema, destaca el especialista, ya que no solo impacta la tierra agrícola, sino también en el consumo intensivo del agua. Esto debido a que también se pierden 39 billones 860 mil millones de litros de agua utilizados en la producción de alimentos que nunca fueron consumidos.
Acciones para enfrentar la alarma mundial
Para enfrentar este problema, añade la autoridad gubernamental, la donación de alimentos se ha convertido en una solución clave.
En México, la mayoría de las donaciones se hacen a través de bancos de alimentos y organizaciones no gubernamentales que recuperan excedentes de alimentos de mercados, tiendas de autoservicio, campos agrícolas y la industria alimentaria.
Estos alimentos se redistribuyen a comedores de beneficencia, refugios y despensas comunitarias, ayudando a las personas de bajos ingresos que enfrentan inseguridad alimentaria.
La Ley General de Salud de México, en su artículo 199 Bis, establece que “las instituciones dedicadas a la recepción y distribución de alimentos donados deben cumplir con controles sanitarios y regulaciones específicas”.
Esta normativa busca garantizar que los alimentos distribuidos sean seguros y adecuados para su consumo, contribuyendo a la nutrición y alimentación de los sectores más vulnerables del país.
A pesar de estos esfuerzos, la magnitud del desperdicio alimentario global y nacional demuestra que se requiere una acción más amplia y efectiva.
La reducción del desperdicio alimentario no solo es crucial para mejorar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, sino también para optimizar el uso de los recursos y reducir el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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