Un cambio en los hábitos de consumo, amplia variedad en la oferta e importantes beneficios saludables, han hecho que el consumo de vino tinto en México vaya en aumento.El consumo de vino tinto en México, se encuentra en una etapa de vertiginoso dinamismo, aumentado de forma extraordinaria en los últimos años. El interés de la población por el consumo de vino tinto, se debe entre otras razones, a un mayor conocimiento de los beneficios que aporta a la salud un consumo moderado.
Desde épocas de Hipócrates, el padre de la medicina moderna, recomendaba el consumo de pequeños volúmenes de vinos para tratar diferentes enfermedades, haciéndose popular el dicho: el consumo de vino con tino y justa medida es la mejor medicina. Y parece que el tiempo ha dado la razón a la sabiduría popular, ya que estudios realizados en diferentes partes del mundo sobre las bebidas alcohólicas, muestran que aquellas bebidas que se elaboran mediante sistemas de fermentación naturales, siendo el caso del vino tinto, poseen grandes beneficios para la salud. La razón de este suceso reside en que el vino contiene compuestos esenciales que las uvas rojas le confieren, específicamente, muchas de las sustancias antioxidantes, como los compuestos fenólicos, vitaminas E y C.
El contenido de compuestos fenólicos en los vinos tintos, está directamente relacionado con su capacidad antioxidante, siendo esta propiedad la que protege al organismo de los efectos de la oxidación, responsable de ciertas enfermedades relacionadas con la edad, el estrés o el estilo de vida, demostrado en la llamada paradoja francesa, donde su población que diariamente acompañaba su dieta con una copa de vino tinto, mantienen baja incidencia de arteroesclerosis y enfermedades coronarias aun, consumiendo dietas con alto contenido de grasas, pudiendo deducir de estos estudios que los compuestos antioxidantes exógenos son un aliado de la salud cuando son incluidos en la dieta.
Si bien el vino tinto es una de las bebidas fermentadas más antiguas del mundo, no hace tanto tiempo que diversos estudios científicos han descubierto los beneficios a la salud, relacionados con su contenido de compuestos fenólicos, como las quercetinas, que es un excelente neuroprotector que previenen enfermedades degenerativas de nuestro cerebro, resuelve inflamaciones, evita el endurecimiento de las arterias, reduce trastornos de osteoporosis y uno de los efectos más conocidos es la prevención de enfermedades cardiovasculares, tanto en hombres como en mujeres.
Otro importante compuesto antioxidante presente en los vinos tintos, es el resveratrol que reduce la aparición de Alzheimer y contrarresta eficazmente los efectos negativos de una vida sedentaria sobre el organismo. No menos importante es la luteína que mantiene la salud ocular. Aunado a sus propiedades antioxidantes y astringentes, el vino tinto evita que las bacterias se adhieran a la vejiga o riñones, reduciendo las infecciones en estos órganos; asimismo, es un aliado para bajar de peso, ya que tienen efecto sobre el metabolismo de las grasas, impide la formación de nuevas células de grasa y ayuda a movilizar las ya existentes.
Si bien la lista de beneficios que el consumo moderado de vino tinto puede generar en la salud es extensa, no todos los vinos tintos contienen los mismos tipos de antioxidantes ni las mismas cantidades, ya que esto depende del tipo de uva con el que se produzcan, de las técnicas utilizadas para cultivarlas, del clima de la región del cultivo y de las técnicas de vinificación. Por lo tanto, podemos encontrarnos con vinos tintos ricos en antioxidantes, pero también con vinos pobres en estos compuestos.
Lo cierto es que el vino tinto es saludable cuando se bebe en las cantidades apropiadas, que de acuerdo con los expertos tomar una copa al día de este tributo natural y de hechizante sabor, puede generar a largo plazo beneficios para la salud. Pero recordemos, siempre con moderación y equilibrio.
MERCADO DEL VINO
El perfil del consumidor de vino en México ha cambiado, siendo más incluyente a grupos de mujeres y jovenes, dejando atrás el paradigma del hombre de mediana edad con un perfil socio-económico medio-alto y alto, provocando un dinamismo en los mercados, que diversas casas de vinos están capitalizando con nuevas y variadas etiquetas.
El Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV) estima que el consumo anual per cápita es de alrededor de una botella (750 ml), considerado bajo, comparado con las 26.5 botellas que se consumen en países europeos como Francia, Italia, o España, que son eminentemente productores. Cabe destacar que de esta cifra, los vinos mexicanos tienen una participación del 25% en cuanto a preferencia del consumidor.
De acuerdo con el mismo organismo, México cuenta con 4055 hectáreas de viñedo plantado, de las cuales el 85% (3440 hectáreas) se encuentran en producción y están ubicadas principalmente en Baja California, Coahuila, Querétaro, Guanajuato Chihuahua y Aguascalientes, incorporandose a esta lista Sonora, donde ya se establecieron las bases para una próspera industria vinícola, respondiendo al reto de producir más vinos mexicanos, que cubran la creciente demanda. Es importante destacar que aunque se ha crecido en superficie de viñedo, todavía es pequeña, pues sólo la Denominación de Origen Rioja tiene 16 veces más hectáreas que las establecidas en México, siendo una de las limitantes a las que se enfrenta el vino mexicano.
Asimismo, el CMV estima que en el 2020 México va a triplicar el consumo, a 180 millones de litros anuales, esperando que la mitad de este consumo, sea de vinos mexicanos, es decir, la industria vitivinícola espera crecer en participación de mercados de 30 a 50%. Es posible que se tengan más productores, pues tenemos que considerar que hoy en día hay un boom en el segmento de microproductores, boutique o de autor.
(*) Doctora en Química Agrícola por la Universidad Politécnica de Valencia, España. Profesora e investigadora del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C. (CIAD) desde 1995; miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias. Sus investigaciones han estado marcadas por la vinculación con el sector agrícola, con especial interés en el entendimiento y aprovechamiento de las interacciones de planta-patógenos.