Las isoflavonas de soya pueden cumplir con las funciones de las hormonas femeninas y se las ha relacionado con la prevención de ciertos padecimientos, como osteoporosis, enfermedades neoplásicas, etc.
En la naturaleza existen sustancias diferentes a los esteroides endógenos humanos, pero que actúan sobre sus receptores estrogénicos por tener una estructura similar, ayudando a cumplir la función de los estrógenos. Dentro de los compuestos de la soya, se encuentran las isoflavonas: genisteína y daidzeína, que son fitoestrógenos (estrógenos vegetales), que tienen una estructura química similar a la de los estrógenos de los humanos, específicamente a la del estradiol.
Los fitoestrógenos cumplen con estas características, los cuales son polifenoles que por su estructura química se dividen en isoflavonas, lignans y coumestans.
Las isoflavonas son sustancias de origen vegetal que encontramos en mayor cantidad en la soya, las cuales pueden cumplir con las funciones de las hormonas femeninas y a las cuales se les ha relacionado con la prevención de ciertos padecimientos como la osteoporosis, dolencias neoplásicas (particularmente el de mama), enfermedades cardiovasculares y algunas alteraciones causadas por la menopausia. Por otra parte, la genisteína también tiene efectos antioxidantes. Las isoflavonas tienen un papel positivo en la prevención de cáncer y aún cierta acción durante la fase 1 del desarrollo del cáncer, sobretodo en el de mama.
Osteoporosis
La osteoporosis es una enfermedad que afecta a millones de personas. Se caracteriza por la pérdida de tejido óseo y se asocia con las fracturas. La osteoporosis es más común en las mujeres que en los hombres, entre las edades de 50 a 70 años, pues la pérdida del hueso se ve acelerada por la disminución en las concentraciones de estrógenos, con un incremento de la parathormona que se acompaña de una reducción en la absorción de calcio. La ingestión adecuada de calcio en el climaterio es útil para evitar la deficiencia de este nutrimento. A esta edad, la suplementación con calcio ya no previene la osteoporosis, pero sí contribuye a disminuir la velocidad de la pérdida de hueso, acompañada de una terapia hormonal de reemplazo y actividad física.
Principales funciones del calcio
- Formación y mantenimiento del esqueleto y dientes.
- Buen funcionamiento de las céulas.
- Buen funcionamiento muscular.
Estudios in vitro y en animales comprueban que el consumo de isoflavonas ayuda a disminuir los riesgos de padecer osteoporosis ya que:
• Promueve la acumulación del contenido de calcio en la diáfisis femoral y tejidos metafisarios.
• Ayuda a aumentar la actividad ARN en metáfisis del fémur y la expresión de osteocalcina.
• Contribuye con el aumento de la densidad en la masa ósea por densitometría.
Además de que un estudio reciente demostró una menor excreción urinaria de deoxipiridinolina, marcador específico de absorción ósea. Una función muy importante de las isoflavonas es que contribuyen a que la descalcificación del hueso sea menor, ayudando así a prevenir los riesgos de padecer osteoporosis.
Además de consumir isoflavonas de soya, se recomienda:
• Consumir fuentes de calcio como los lácteos, ya sea leche, bebidas con probióticos, yogur, queso.
• Consumir alimentos deslactosados si te cae la leche pesada.
• Consumir con moderación alimentos ricos en azúcar.
• Disminuir las porciones de los alimentos que generalmente consumes.
• Aumentar la cantidad de actividad física que realizas.
Climaterio y menopausia
El climaterio se caracteriza por la reducción en la producción de estrógenos y es la época fisiológica de la mujer que se caracteriza por la disminución en la función ovárica, seguida de una serie de ajustes hormonales. La menopausia es la fecha en que la mujer menstrúa por última vez. La edad en que se presenta varía entre los 45 y 50 años.
Durante el climaterio la síntesis de estrógenos disminuye y puede causar síntomas característicos de esta etapa, bochornos, fatiga, resequedad vaginal, insomnio, entre otros. Al actuar las isoflavonas sobre los receptores de los estrógenos se ha visto una disminución en los síntomas del climaterio. Los característicos bochornos y sudores nocturnos en esta etapa afectan a más del 75% de las mujeres mayores de 50 años.
El consumo de alimentos que contienen fitoestrógenos pueden ayudar a reducir los bochornos (en intensidad y número de bochornos) durante el climaterio, esto por ser las isoflavonas similares a los estrógenos de los humanos. Se ha estudiado que el consumo mínimo de 30 mg/día de isoflavonas de soya, puede lograr la reducción en los bochornos del climaterio en un 10 – 20%. (lo ideal es consumir de 80 a 160mg/día). Se han realizado estudios que indican que el consumo de isoflavonas mejoran en algunos casos la masa ósea (huesos) en mujeres perimenopáusicas y postmenopáusicas. Estos síntomas se pueden controlar con las isoflavonas ya que promueven la vaso dilatación dependiente del oxido nítrico. Un estudio donde se consumieron 80mg de isoflavonas al día comprueba estos hallazgos.
Los beneficios (enfermedades del corazón y efectos endocrinos en mujeres premenopáusicas) se han observado con la ingestión de entre 25 a 50 mg/día de isoflavonas.
Se han realizado estudios que indican que el consumo de isoflavonas mejoran en algunos casos la masa ósea (huesos) en mujeres perimenopáusicas y postmenopáusicas.
Las isoflavonas importantes son genisteína y daidzeína. Mientras que la genisteína es el principalmente responsable de la reducción de síntomas de la menopausia, el daidzeína es la isoflavona más protectora contra la osteoporosis. En el cuerpo humano hay un proceso constante de ruptura y reconstrucción de los huesos. Los osteoclastos son las células que analizan el hueso, mientras que el osteoblasto construye el hueso. Si la actividad de los osteoclastos es mayor que la de los osteoblastos habrá una reducción gradual de la fuerza ósea, conduciendo a la osteoporosis. Las isoflavonas inhiben la actividad de los osteoclastos, mientras que estimulan la actividad de osteoblastos.
Isoflavonas de soya en una alimentación equilibrada
Con la disminución de estrógenos que se lleva acabo en el climaterio, la mujer pierde su protección contra el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión u osteoporosis y para fines prácticos su riesgo se torna equiparable al del varón. Al igual que en el varón adulto este riesgo puede ser disminuido de manera significativa llevando una vida saludable, lo que incluye una alimentación correcta, la práctica habitual de actividad física y el evitar adicciones como el tabaco.
Por lo que es importante que las mujeres en etapa del climaterio y desde antes lleven un estilo de vida saludable, para ayudar a prevenir todos estos riesgos.
Ha llamado la atención el papel del calcio en la osteoporosis, que llega a ocurrir en el climaterio, sobre todo porque se ha mostrado que existe una asociación entre el consumo de calcio y la incidencia de fracturas. Esto sugiere que una ingestión adecuada de calcio en el climaterio es útil para evitar la deficiencia de este nutrimento, y lo más recomendado es consumir alimentos como fuente de calcio, ya que hay una mayor biodisponibilidad, por ejemplo de la leche y sus derivados.
Teniendo productos como los lácteos con ciertos beneficios en esta etapa de la mujer, es importante saber que podemos contar con productos como la leche y sus derivados adicionados con fitoesteroles, cuyos beneficios en conjunto pueden ayudar a mantener un adecuado equilibrio en la salud y estado de nutrición de la mujer.
Se ha comprobado que las mujeres de países orientales con una dieta rica en alimentos que contienen una importante cantidad de isoflavonas presentan una menor incidencia de síntomas y problemas derivados de la menopausia. Si bien el consumo diario en estos países se sitúa en los 40-50 mg/día de isoflavonas, una cifra que, en el caso concreto de Japón, alcanza los 200 mg/día. El consumo diario medio de isoflavonas en la dieta occidental apenas alcanza los 5 mg.
Fuentes de isoflavonas y procesos de extracción
Aparte de la soya, las isoflavonas están presentes en diversos vegetales (existen más de un millar de este tipo de estrógenos naturales en hortalizas y legumbres) aunque su concentración es inferior. Mientras 100 gramos de soya contienen 300 mg de isoflavonas, otras leguminosas contienen únicamente 5 mg. Es importante mencionar que esta cantidad se encuentra en el grano de soya pero no siempre en las bebidas procesadas, por lo que es importante que se revise en el etiquetado el aporte de isoflavonas que se encuentran presentes en una porción de alimento.
Las semillas de la soya son las únicas que contienen cantidades importantes de isoflavonas, por lo que se hacen extracciones y es posible obtener las isoflavonas concentradas, las cuales pueden ser adicionadas a otro tipo de alimentos. Uno de los más nobles para la adición de este tipo de substancias son los productos lácteos, ya que además de aportar calcio son un vehículo que permite la absorción de las mismas. Además, las isoflavonas técnicamente pueden ser dispersables y solubilizadas en leche, lo que las hace biodisponibles y que se encuentren distribuidas de manera homogénea en el producto. En la elaboración de productos adicionados con este tipo de ingredientes, como lo son los extractos, se debe cuidar que, en este caso las isoflavonas, sean termoestables para que puedan soportar las temperaturas de proceso del producto.
Las isoflavonas concentradas tienen un sabor amargo, por lo que es importante considerar el proceso de extracción de las mismas para obtener un extracto lo más puro posible, con las cantidades de genisteína y daidzeína adecuadas y que al ser adicionado a un alimento no afecte sus características sensoriales.
Las semillas de soya y los productos con soya contienen la mayor fuente de isoflavonas en la dieta. Pero el contenido de isoflavonas varía entre las formas de soya. Por ejemplo: la leche de soya y el polvo de soya tienen una menor concentración de isoflavonas que otros productos de soya.
Debido a los beneficios múltiples de las isoflavonas es prudente cambiar a una dieta rica en isoflavonas. Sin embargo, los productos de soya contienen el betaglicósido genisteína y su conversión es dependiente de la actividad de la flora intestinal, que es la responsable de la diferente viabilidad de la genisteína de los productos de soya.
Consecuentemente, la administración de la genisteína en la forma de extracto estandarizado es la mejor forma de asegurar la absorción con el consecuente resultado beneficioso para la salud.
Los productos que son adicionados con extractos, deben mantener siempre las mismas características organolépticas y terapéuticas que las plantas originales pero con una concentración más alta en agentes activos.
El proceso de extracción se basa en la aplicación del sistema de “spray-drying” a los extractos líquidos. En este proceso, el extracto líquido se somete a una circulación de aire caliente por una fracción de segundo, consiguiendo un extracto nebulizado con un tamaño de partícula de micras. Los disolventes empleados en el proceso de extracción se evaporan inmediatamente y el polvo obtenido conserva todos los agentes activos, colores y aceites esenciales de la planta original, garantizando completamente la estabilidad.
La cantidad de isoflavonas es cuantificada por HPLC, método que asegura y garantiza la calidad de los productos, tanto en el extracto como en el producto terminado, garantizando siempre tener la cantidad de isoflavonas esperada así como las mismas proporciones de genisteína y daidzeína.
Las mujeres asiático-americanas que consumen mucha soja en su infancia tienen en un 58% reducido el riesgo de desarrollar cáncer de mama. Así lo establecieron investigadores norteamericanos, que sugieren que la soja puede tener efectos protectores.
"El consumo de soja en la infancia estuvo asociado significativamente con la reducción del cáncer de mama en nuestro estudio", explicó la Dra. Larissa Korde del National Cancer Institute. Históricamente, el índice de esta enfermedad entre las mujeres blancas de EE.UU. es entre cuatro y siete veces más alto que en las mujeres de China o Japón, según expresó Regina Ziegler del National Cancer Institute.
Pero cuando las mujeres asiáticas emigraron a EE.UU., su riesgo de cáncer de mama aumentó sobre algunas generaciones, sugiriendo que algo más que lo genético estaba en juego. Korde y sus colegas investigaron si la dieta u otros estilos de vida podían explicar las diferencias.
Entrevistaron a cerca de 1600 mujeres de descendencia china, japonesa y filipina que vivían en San Francisco (Oakland), Los Ángeles (California) o Hawaii. Cerca de 600 tuvieron cáncer de mama y el resto estaba saludable. Si las mujeres tenían madres viviendo en EE.UU., los investigadores las consultaron sobre el consumo de soja de sus hijas en la infancia. Las mujeres que consumieron las más altas cantidades de soja en la infancia tuvieron un 58% menos de riesgo de contraer cáncer de mama, comparado con los grupos más bajos. El efecto fue más débil cuando las adolescentes y las adultas comieron o bebieron mucha soja, pero el estudio aún encontró entre un 20 y un 25% de riesgo.
La soja contiene isoflavonas con propiedades similares a la hormona femenina estrógeno, lo cual puede alterar el tejido mamario, explicó Korde. Pero Ziegler manifestó que es demasiado pronto para que los padres comiencen a agregar soja a la dieta de sus hijas. "Este es el primer estudio para evaluar el consumo de soja en la infancia y el subsecuente riesgo de cáncer de mama, y este resultado no es suficiente para una recomendación pública de salud”, explicó Ziegler, agregando que estos descubrimientos necesitan ser replicados en otros estudios.
El cáncer de mama es diagnosticado en 1.2 millones de hombres y mujeres a nivel mundial cada año, de los cuales mueren 500.000.
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