Cada vez es más recurrente oír palabras como: alimentos genéticamente modificados, bífidus activo, fitoesteroles, ácidos Omega 3 o prebióticos, etc., pero muchas veces para los consumidores es difícil de comprender qué beneficios ofrecen.
En la sociedad actual, una de las primeras preocupaciones es el cuidado de la salud en sentido amplio, y no sólo nuestro interior, sino también, el aspecto exterior.
Nos cuidamos más que hace unas décadas y nos implicamos totalmente en los tratamientos recomendados por los especialistas. Uno de los problemas fundamentales es el exceso de peso, por lo cual, la sociedad llega a utilzar las dietas milagro, la vigorexia, el ejercicio adecuado; y todo aquello relacionado con la comida.
Todos hemos oído hablar de calorías, hidratos de carbono, grasas o proteínas pero, últimamente, nuevos términos irrumpen en el panorama alimentario y ahí se plantean dudas. Los medios de comunicación utilizan expresiones como alimentos genéticamente modificados, bífidus activo, fitoesteroles, ácidos Omega 3 o prebióticos, difíciles de comprender. Además, los alimentos procesados industrialmente incluyen conservantes, edulcorantes, acidulantes, etc. como elementos necesarios e imprescindibles, de consumo habitual y que ejercen un efecto -normalmente negativo- sobre nuestra salud.
Estos novedosos alimentos "funcionales", deben seguir estrictas normas sanitarias e incluir la información precisa para reconocer lo que se está comprando. La legislación existe ya hace años pero debe adaptarse a la nueva situación e incluir las sustancias añadidas a los productos alimentarios. También los consumidores tienen el derecho a conocer los beneficios reales (relacionados con la flora intestinal, el aporte de estrógenos naturales, la reducción de la absorción de colesterol, etc.), pues la salud empieza por lo que comemos. Los más frecuentes son:
Prebióticos
Mejoran la actuación de las bacterias intestinales así como la absorción de calcio a ese nivel; tienen efectos inmunológicos y "protegen contra el cáncer". No se han descrito efectos adversos de gravedad por su consumo, aunque tampoco está clara la cantidad que debe ser ingerida diariamente.
Probióticos
Microorganismos vivos que se adaptan al colon mejorando la actividad de la flora intestinal y el sistema inmunológico. Suelen añadirse a alimentos lácteos porque facilitan su ingestión. No hay estudios concretos sobre la cantidad que se puede consumir dentro de límites seguros.
Bífidus
Se añaden a los lácteos, normalmente yogures. Son microorganismos del grupo lactobacillus, frecuentes en la flora intestinal normal, dedicados a la síntesis y absorción de las enzimas metabolizadoras de lactosa y vitaminas imprescindibles para la salud. Tampoco hay datos concretos sobre efectos adversos debidos a un exceso en su consumo.
Ya hay consejos preventivos relacionados con la no administración diaria de bebibles ricos en compuestos de estos tipos a niños de corta edad. Su consumo debe racionalizarse y no abusar de sus bondades, pues no se conoce con exactitud la relación riesgo/beneficio.
Fitoesteroles
Presentes en gran cantidad de productos, desde yogures hasta galletas. Su función es bloquear la absorción de colesterol a nivel intestinal, por lo que se recomiendan tanto para perder peso como para evitar elevadas tasas de este compuesto en sangre. La cantidad ingerida debe ser controlada, pues su exceso reduce la absorción de compuestos fundamentales para el buen funcionamiento del organismo (por ejemplo ciertas vitaminas).
Tonalín
Sobre todo en leches enriquecidas. Su actividad se relaciona con la estimulación del metabolismo para reducir la grasa corporal y favorecer el adelgazamiento. Como actúa a nivel hepático, un exceso puede provocar problemas tanto en este órgano como en el páncreas; también se relaciona con un aumento de la tensión arterial.
L-carnitina
De administración única (en forma de pastillas para vía oral o gel tópico para zonas a reducir) o añadida a ciertos alimentos para reducir el peso y como coadyuvante en dietas. Su actividad es similar al anterior y degrada la grasa acumulada por ejemplo en celulitis.
Edulcorantes de nuevo cuño
Compuestos que endulzan los alimentos y sustituyen al azúcar común y a los clásicos (sacarina o aspartamo). Se incluyen el almidón genéticamente modificado, el sorbitol, el xilitol, el lactitol,… utilizados en gran número de alimentos y considerados bajos en calorías. Su consumo excesivo es negativo para la salud y, como mínimo, son laxantes.
Isoflavonas
Estrógenos naturales que reducen los efectos de la menopausia, no aportan colesterol a la dieta, tienen propiedades antioxidantes y antitumorales así como una actuación a nivel óseo en la prevención de la osteoporosis. Es habitual su consumo en personas alérgicas a la lactosa, pues la leche preparada con este vegetal se recomienda a los intolerantes como sustituta de la leche de vaca. Se ha relacionado con cierto tipo de cáncer de mama, por lo que no se debe consumir a la ligera.
Ácidos grasos Omega 3
Presentes en nueces, pescado azul y en vegetales como las acelgas. Aumentan el rendimiento cerebral y protegen a nivel cardiovascular. Con una dieta adecuada se garantiza la ingesta mínima diaria recomendada por la OMS, aunque actualmente se añaden a los lácteos para mejorar la salud de los consumidores.
En conclusión
Leer las etiquetas de lo que compramos para saber lo que comemos es fundamental. En caso de duda, consultar al médico o farmacéutico la conveniencia de consumir estos productos, pues interfieren en nuestra salud. Una dieta completa y equilibrada es lo más adecuado para mantenerse en perfecta forma.
Fuente: http://www.lasprovincias.es/