Mariela Mociulsky, Directora General y Socia fundadora de Trendsity, consultora de investigación y tendencias de alcance regional, será una de las conferencistas del Food Tech Summit de este año. Pero no será una conferencia tradicional. A partir de investigaciones sobre los valores y estilos de vida de las personas, expondrá a través de una divertida y profunda obra de teatro, cómo las megatendencias influyen nuestro día a día, generando nuevas demandas.
Hablar de Tendencias y Megatendencias significa analizar las fuerzas globales axiales y durables que transforman la economía, los consumos y la vida cotidiana, tanto en los planos más reales y concretos, como en el plano simbólico (qué simboliza ser y tener de determinadas cosas, cualidades, objetivos, etc en un contexto) y también los imaginarios colectivos (un conjunto de parámetros socialmente construidos con los cuales organizamos el mundo y nuestras expectativas sobre él).
Para comprender las Megatendencias, es necesario:
- conocer el contexto social y cultural actual en el que se insertan,
- cuáles son los valores sociales que las sustentan y a su vez
- qué tendencias concretas y tangibles se desprenden de las Megatendencias.
Conocer las megatendencias nos permite entender qué valores y qué demandas construye la gente para sí misma y para los productos.
Condicionada por estos valores y expectativas sociales en el contexto, encontramos las propuestas que la oferta realiza (algunas veces respondiendo directamente a las necesidades presentes del consumidor, otras veces anticipándolas o prácticamente creándolas, al darles forma mediante un producto).
Los valores de cada sociedad determinan el “deber ser social” en un determinado contexto (lugar y época).
¿QUÉ VALORES SE DESTACAN HOY?
Preservación: refugiarse en lo íntimo, ganarle al ritmo de vida vertiginoso como estrategia de supervivencia y amparo ante el aturdimiento, la vulnerabilidad y la fragmentación social.
Eficientización: influidos por la velocidad de los cambios y la presencia tecnológica en la vida cotidiana, se busca “rendir en la vida moderna”, lo que implica el control individual de la energía y de los diferentes planos de la vida (belleza, salud, vínculos, sociabilidad, sex appeal, tiempo y placer). Se procura generar, reponer o liberar energía, con consumos y productos cada vez más personalizados, convenientes y diseñados.
Empowerment: ante el debilitamiento de los garantes institucionales, la responsabilidad por el cuidado recae en la propia persona y ya no puede ser depositada con tanta seguridad en las instituciones (pe. Estado Nación). Se valora entonces la autoconfianza y autocontrol, el “Self Management”.
Autovaloración: el énfasis actual en el individuo genera autocentramiento (pensar desde y en uno mismo principalmente). Autoestima, autoconocimiento, autoayuda para “quererse” y poder dar la mejor versión de sí.
Espontaneidad: como contra valor de la eficientización que “tecnologiza” a la persona, se busca expresar el lado humano que implica ser auténtico, honesto, original/único.
Placer cotidiano: los caminos que aseguran un futuro certero o exitoso se encuentran menos trazados que en épocas anteriores y admiten múltiples lecturas. Ya no se puede esperar a llegar al final del camino para “disfrutar” la vida. Por eso hoy se busca celebrar y exprimir intensamente cada instante, la indulgencia y diversión que descomprima.
Vitalidad: una actitud optimista, vivacidad, disposición de energía física y anímica, jovialidad, dinamismo: estar en movimiento y vigente.
Con estos valores aspiracionales como guía, la demanda del consumidor se inscribe en un ciclo permanente de incorporación y eliminación de consumos para mantenerse productivos como sujetos, evitando algunas cosas y procurando equilibrar otras.
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