Investigadores del CONICET e INTA promueven la preservación de este alimento por su potencial nutritivo y su importancia cultural.Tuni, Negra Ojosa, Colorada, Oca, Collareja, Runa, Moradita, Sani, Sallama, Santa María, Azul, Blanca, Malgacha, son sólo algunas de las variedades de papa que se cultivan en el norte del país y que fueron seleccionadas históricamente por los agricultores andinos por su valor nutricional y resistencia a plagas y enfermedades.
Adriana Andreu, investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB, CONICET-UNMDP), y Andrea Clausen, investigadora del Banco de Germoplasma del INTA en Balcarce, encabezan el proyecto Tesoros de la Biodiversidad Andina: las papas nativas y su valor para la humanidad, reconocido por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, que declaró a este proyecto de divulgación de interés nacional.
El proyecto impulsado por las investigadoras se propone difundir el conocimiento de estas variedades ancestrales, valorar el patrimonio fitogenético y concientizar sobre la importancia de su conservación y revalorización como alimento nutracéutico. Según se fundamenta en la resolución, la papa es el cultivo hortícola más importante en Argentina y tercero en el mundo en importancia alimenticia. Su producción genera altos rendimientos a bajo costo en condiciones y ambientes diferentes, y forma parte de la dieta desde los orígenes de los pueblos precolombinos. Actualmente su consumo es masivo y popular en todo el mundo.
Numerosos atributos genéticos de la papa se encuentran presentes en las variedades ancestrales andinas, originarias de América del Sur y son la base de la alimentación de las poblaciones del altiplano y valles de alturas. Por las cualidades que poseen estas variedades, como resistencia a factores bióticos y abióticos, son frecuentemente utilizadas por los programas de mejoramiento genético de diversas partes del mundo, explicó Clausen.
En la actualidad, la agricultura en los valles andinos de Argentina está amenazada por diferentes factores, como la pérdida de diversidad genética al reducir el cultivo de la papa andina así como el número de variedades distintas que se siembran, lo que se traduce también en la pérdida del conocimiento asociado a su manejo y la desvalorización de la papa andina como alimento básico y nutracéutico. Según Clausen existen tecnologías de fácil adopción y bajo costo que pueden mejorar la situación, como la elección de variedades con mejores características agronómicas y nutricionales.
Andreu destacó que posee un alto nivel de carbohidratos que la posiciona como un alimento de gran valor energético. Además, aunque en menor medida, aporta proteínas en cantidad similar a los cereales y en mayor proporción que otros tubérculos. La papa puede ser considerada parte de los alimentos denominados nutracéuticos con potenciales funciones del tipo antioxidante, antimutagénico, antimicrobiano, antineurodegenerativo y anticancerígeno. Pueden proteger nuestro cuerpo al retardar el progreso de muchas enfermedades infecciosas y crónicas no trasmisibles, como patologías cardiovasculares, tumorales y neuronales, explicó Andreu.
El acervo genético de la papa es muy amplio, se conocen alrededor de 200 especies, de las cuales siete son cultivadas y las restantes silvestres. En Argentina las especies tuberosas se encuentran ampliamente distribuidas desde el nivel del mar en la provincia de Buenos Aires, hasta los 4500 metros en los Andes en la provincia de Jujuy.
En la década de los 70 se creó el Banco Germoplasma BAL en la Estación Experimental Agropecuaria de Balcarce, INTA con el objetivo de conservar, caracterizar y evaluar especies silvestres y cultivadas de papa. Como resultado de numerosos viajes de colecta de germoplasma y de las tareas de conservación en el mediano y largo plazo, se dispone actualmente de una colección de todas las especies silvestres de país así como de las variedades andinas cultivadas, comentó Clausen.
Fuente: http://www.conicet.gov.ar/