De acuerdo con el estudio El Consumidor en 2020, de la consultora Deloitte, se espera que en los próximos diez años la población mundial se incremente 11%. Probablemente, uno de los cambios más marcados sea el del consumo de alimentos, el cual se verá impulsado por la creciente solvencia de la clase media de los mercados emergentes.
Se espera que por lo menos 70 millones de nuevos consumidores ingresen a la clase media global cada año, principalmente debido al crecimiento de grandes mercados emergentes como China. A medida que el ingreso se eleva, las personas cambian su dieta basada en granos hacia otra en alimentos "de alto valor" como carne, pescado, productos lácteos, frutas y vegetales (Foro Económico Mundial y Deloitte Touche Tohmatsu, 2009).
Desafortunadamente, la dieta más variada también incluye una proporción más alta de grasas, grasas saturadas y azúcares. Al mismo tiempo, el desarrollo y la urbanización también implican empleos con menos demandas y actividades físicas, debido al uso mayor de la tecnología, transporte automatizado y medios de entretenimiento más pasivos como la televisión. Estos cambios en el comportamiento del consumidor pueden producir mayores riesgos de obesidad.
En todo el mundo hay más de mil millones de adultos con sobrepeso y por lo menos 300 millones de ellos son obesos, según cifras de la Organización Mundial de Salud (2010).
La epidemia de obesidad está bien documentada en países desarrollados, como Estados Unidos y el Reino Unido. Sin embargo, es un problema que también está cobrando importancia en los mercados emergentes debido al rápido crecimiento de su clase media. Irónicamente, mientras que estos países tienen altos índices de hambre y desnutrición, su nueva clase media, especialmente la de áreas urbanas, también está mostrando una tendencia creciente hacia la obesidad. Este aumento con frecuencia es más rápido en el mundo desarrollado.
Por ejemplo, entre 100 y 120 millones de chinos son obesos y aproximadamente la mitad de ellos son niños. A pesar de la recesión, la economía de China ha tenido un crecimiento de 9 a 10% anual. El resultante incremento rápido de los salarios ha estimulado el traslado de cada vez más chinos a las áreas urbanas, y muchos de ellos han asumido empleos más sedentarios. Esto ha propiciado un gasto mayor en alimentos, incluyendo comida rápida y bebidas grasosas y azucaradas estilo occidental, alimentos preparados y comida envasada, especialmente para niños, cuyo peso a menudo constituye un indicador adicional de salud y prosperidad futura (French & Crabbe, 2010). El rápido ritmo de incremento en la tasa de obesidad en China, del 30 al 50 por ciento anual -de 6 a 10 millones más cada año- ha alarmado a los funcionarios de las instituciones de salud.
La obesidad es un elemento importante para la carga global de enfermedades crónicas, como la diabetes y la incapacidad. Los gobiernos deben intervenir de una manera más persuasiva, ya que el costo de los problemas de salud relacionados con la obesidad afecta los fondos públicos y a los proveedores de atención médica.
Por lo tanto, la tendencia hacia los hábitos alimenticios más saludables y la creciente demanda de alimentos nutritivos en los países con mayor riqueza, probablemente de como resultado un cambio similar en los patrones de consumo de los países en vías de desarrollo hacia alimentos frescos y reducción en el consumo de carne.
Los alimentos variados y de alto valor, que se espera que formen parte del consumo para la siguiente década, también requieren una gran cantidad de recursos. Por ejemplo, se necesitan más granos para alimentar animales y producir 1 kg de carne, que 1 kg de pasta (Deloitte Touche Tohmatsu, 2008).
Se espera que más de 800 millones de nuevos consumidores de la clase media ingresen a los mercados globales para 2020, lo que provocaría una presión importante sobre la producción agropecuaria y cárnica del mundo, manteniendo un alto nivel en los precios de los alimentos. Éstos aumentarán aun más debido a la disponibilidad limitada de tierra y agua, así como la reducción del inventario de granos ocasionada por cosechas deficientes debido a la influencia del clima en diversas partes del mundo y la nueva demanda para la producción de biocombustible.
Fuente: Informe El consumidor en 2020 de Deloitte