Consumo contemporáneo

¿Cómo explotar los beneficios nutrimentales de nuestros productos? Mencionar o no las propiedades nutricias de los insumos puede ser benéfico o contraproducente. Aunado al creciente número de trastornos de la alimentación, es irremediable la orientación sobre un consumo saludable y responsable que satisfaga las necesidades individuales del consumidor.

Desde la década pasada se ha discutido sobre la importancia que tienen las declaraciones acerca de los beneficios o propiedades de los alimentos o ingredientes, dado a que se teme se exceda el consumo de productos o alimentos con propiedades declaradas como benéficas para la salud o para la prevención de enfermedades.

Japón, uno de los países que ha establecido normas específicas y básicas para productos claramente vinculados con la salud, dispuso de una legislación concreta desde 1991, lo que permitió la comercialización y etiquetado de los alimentos que ellos denominan Alimentos para Uso Específico en Salud, FOSHU por sus siglas en inglés. Estos alimentos son aquellos que fueron desarrollados específicamente para mejorar la salud de la población y reducir el riesgo de determinadas enfermedades.

Por otro lado, en Estados Unidos se permiten desde 1993 algunas alegaciones en alimentos que pueden reducir el riesgo de padecer ciertas enfermedades y ha relacionado a algunos nutrimentos con su beneficio directo en la prevención de la enfermedad.

En Europa, la información y la legislación sobre las declaraciones nutricionales y propiedades saludables está dirigida a informar al consumidor de una manera veraz y con sustento científico. Para ello el Consejo de la Unión Europea ha establecido dentro del Reglamento (CE) una lista de declaraciones nutricionales y propiedades saludables en los alimentos, para evitar confusión en los consumidores. Éstas se pueden usar en el etiquetado, en la presentación y la publicidad de alimentos comercializados en su comunidad sólo si se ajustan a las disposiciones del Reglamento.

Aunque el CODEX Alimentarius reconoce que se pueden declarar ciertas propiedades comparativas, saludables, de los ingredientes o de los nutrimentos, en cada país la normatividad puede o no permitirlo, regular o autorregular la declaración de las mismas. Las declaraciones han sido clasificadas en aquellas que se refieren a las propiedades nutrimentales, otras al contenido de nutrimentos, con propiedades comparativas, saludables y las relacionadas con directrices dietéticas o planes saludables.

En el caso de México, la información relativa a los beneficios que puede brindar algún nutrimento o bien ingrediente es un tabú ya que la normatividad sólo indica que se pueden mencionar las propiedades de los nutrimentos, pero nunca se relacionan directamente con la prevención o disminución de algún padecimiento.

La relevancia de esta información radica en cómo y para qué se venden o promocionan los productos. Para la industria alimentaria es de suma importancia contar con información verídica y científica para sustentar los beneficios o el “plus” de su marca sobre otras que pueden ser su competencia, sin embargo las limitaciones para comunicar al consumidor están presentes. En las normas de etiquetado no se menciona la forma de anunciar las propiedades nutrimentales, e incluso es voluntario poner la tabla nutrimental y, en el caso de incluirla, sólo mencionar macronutrimentos y minerales o bien cualquier otro nutrimento acerca del cual se haga una declaración de propiedades nutrimentales. Una de las opciones que ha tomado la industria alimentaria es la explotación de espacios en los medios de comunicación con la finalidad de obtener las ganancias esperadas con la venta de dichos productos y alimentos.

¿Qué pide el consumidor?

Diversos estudios (ACNielsen) indican que el consumidor se encuentra en una etapa nueva, de conocimiento, de exigencia y a su vez de aprendizaje. El bombardeo de información derivada de diversas fuentes hace más difícil la credibilidad de la misma. El médico indica “no comer grasas o lípidos”, la nutrióloga sugiere “preferir el consumo de grasas o lípidos insaturados”, los amigos y la familia opinan lo suyo y por su parte, la industria alimentaria brinda los beneficios de sus productos “reducidos en grasa”, “sin colesterol”, “sin grasas trans”, entre otros. Sea cual sea la información no se debe olvidar el contexto mundial y nacional sobre la epidemia creciente de obesidad, el crecimiento diferencial en la producción de alimentos funcionales de diverso orden y la tendencia de la demanda hacia conceptos de salud, bienestar y cuidado ambiental. En este marco, es útil detenerse y tratar el tema que seguramente seguirá siendo de interés y debate creciente: la consideración de la calidad nutrimental de los alimentos, la diferencia y comparación entre los que algunos denominan “buenos alimentos” y los que no lo son, ya que adquieren varias denominaciones. Quizá la más común sea la que los degrada al nombre de “comida chatarra”. Vinculada a estos alimentos, según sus atributos nutrimentales, está la cuestión de la información con la que disponen los consumidores a la hora de realizar sus elecciones alimentarias.

También es cierto que el consumidor mexicano aun no entiende que él tiene la responsabilidad de su consumo y por ende de su salud, ya que ello tiene una relación directa en el desarrollo de enfermedades, claro está, dentro de las más importantes. Por ello y derivado de las recomendaciones más actuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las empresas de alimentos tratan de apegarse y posicionarse en un mercado alimentario más saludable.
Al momento de definir “saludable”, nos topamos que la Norma Oficial Mexicana NOM-043-SSA2-2005, Servicios básicos de salud. Promoción y educación para la salud en materia alimentaria. Criterios para brindar orientación, establece que se debe hablar de una dieta correcta, la cual se complementa con las leyes de alimentación. Sin embargo, para el consumidor es difícil diferenciar entre uno y otro término, aunque la industria alimentaria sabe que el Codex Alimentarius establece el término “saludable” como una declaración potencialmente engañosa. En algunos países, como en México, es utilizada como modismo.

¿Qué debería hacer la industria?

Toda persona, industria o empresa que se dedique a la producción y venta de alimentos así como las que realizan orientación sobre el consumo de los mismos, tienen gran labor por hacer. Por un lado, obtener beneficios monetarios o en ventas; y por el otro, la obligación de comunicar de manera sencilla, rápida, clara y responsable sobre los ingredientes y su efecto en la salud.

Entre las labores de la industria alimentaria, no sólo se encuentra el desarrollo de alimentos con propiedades funcionales, sino también el desarrollo de comunicación en salud. La industria alimentaria se apoya muchas veces en resultados de investigaciones propias o de la comunidad médica para sustentar la comunicación; sin embargo, las necesidades del consumidor van más allá de un grafico, ícono o declaración nutricional. Necesita recibir orientación nutricional sobre cómo, qué, cuánto y en qué momento consumir tal o cual alimento o producto. Sabemos que la responsabilidad de las empresas puede terminar en el momento en que el consumidor decide la cantidad de producto que consume; sin embargo, en la actualidad esta responsabilidad se ha convertido en punto de debate, ya que la salud de la población no sólo le compete al Sector Salud Gubernamental. Es un trabajo en conjunto con empresas, asociaciones, academia, y, sobre todo, con el consumidor.

Diversas son las herramientas que se han utilizado para exponer las características de los productos: van desde caritas y semáforos hasta etiquetas y barras, muchas de ellas con estudios que avalan su funcionalidad. Sin embargo, no se ha podido unificar y establecer la mejor estrategia para crear conciencia sobre la importancia del consumo moderado de alimentos en la población.

Los “claims” o declaraciones nutricionales deben estar dirigidos a orientar de manera paulatina, clara y sencilla los atributos del producto o alimentos sin caer en el extremo de “superioridad o curativo”, ya que al consumidor hay que llevarlo de la mano de manera responsable.

En el ámbito de las Políticas Públicas sobre alimentación y nutrición cabe resaltar que se están inclinando por la promoción de una alimentación correcta que incluya a la variedad y la cantidad como ejes principales, y a la educación y orientación como base de cualquier estrategia. La industria alimentaria tiene cavidad en estas políticas; sin embargo, el acercamiento con el Gobierno y con las Instituciones educativas debe ser cauteloso, amigable y con toda la disposición de formar parte de un equipo multidisciplinario que tenga como objetivo la orientación sobre el consumo moderado y saludable de alimentos. De esta manera, el papel que tienen los “claims” es fundamental, con el énfasis de que éstos deben ser diseñados con responsabilidad y siempre apegados a los reglamentos o lineamientos que establezca el país y las condiciones de la población.