Actualmente existe un incremento de la demanda de proteínas de origen vegetal debido al aumento en el número de personas que reducen su consumo de carne y de aquellos que adoptan una dieta vegetariana o vegana.La gente muestra cada vez más curiosidad y ganas de probar fuentes de proteínas alternativas y apetitosas. Ya sea una tendencia duradera o una moda efímera, las grandes empresas agroalimentarias no quieren desaprovecharla; el objetivo no son el 5% de vegetarianos, sino el 95% de la población que no lo es.
Las grandes compañías cárnicas se han puesto manos a la obra para aprovechar la tendencia, aunque no tienen ninguna intención de abandonar la producción de carne.
Los productos alternativos a la carne que tengan el mismo sabor y una textura parecida son ganadores naturales en el entorno actual. Por supuesto, todo esto depende de los ingredientes necesarios para la producción alternativa de carne y sus estructuras únicas de demanda de insumos, tales como la tierra cultivable, agua/riego, montaje, métodos de procesado, transporte y refrigeración y la distribución.
Ya se anuncia que se verán drásticamente reducidos los insumos clave necesarios como la tierra, el agua y la energía en comparación con los sistemas de producción de carne actuales.
Esta diferencia neta en los requisitos de demanda de insumos más la ausencia de problemas relacionados con el bienestar animal, manejo de los purines/olor y la reducción de la producción de metano es probable que catapulten los productos cárnicos basados en vegetales a la categoría de ganadores para los consumidores concienciados con el medio ambiente y aquellos que buscan reducir o eliminar la carne de sus dietas.
El aumento exponencial actual de la popularidad, producción y distribución de productos similares a la carne a base de plantas, está dando como resultado un conjunto cada vez mayor de productos que llegan a la mesa en el desayuno.
La carne de cerdo ha predominado en los desayunos en Estados Unidos pero en estos momentos, en especial las hamburguesas hechas con plantas ya están siendo distribuidas por una de las cadenas comerciales nacionales que sirven desayunos.
En Estados Unidos, el mayor productor de carne, Tyson Foods, lanzó en junio una nueva serie de productos hechos con plantas o una mezcla de carnes y verduras. Sus rivales Hormel Foods, Perdue Farms o Smithfield tomaron iniciativas similares.
Las hamburguesas a base de soja ya existen desde hace décadas. Pero Beyond Meat y Impossible Burger llevan unos 10 años intentando crear productos que se acerquen cada vez más al sabor y la textura de la verdadera carne.
Esas empresas se han dado a conocer este año al entrar en restaurantes de comida rápida, como Impossible Burger en Burger King, y con la llegada de Beyond Meat a Wall Street.
En Hormel, la marca Happy Little Plants pasó en poco menos de 13 semanas de una idea basada en el concepto de un consumidor curioso de plantas a una gama de productos comercialmente viables.
El dueño de Impossible Burger comenta regularmente que su objetivo es sustituir por completo la carne en el sistema alimentario de aquí a 2035. Pero el reto es enorme.
En el sector lácteo, las bebidas elaboradas a base de vegetales como la soja representan apenas el 13% de las ventas. Y muchos las eligen en parte debido a problemas de salud como la intolerancia a la lactosa. Pero la carne no puede contar con ese factor, y la transformación tiene que ser fruto de un cambio de mentalidad del consumidor.
Aunque el sector de las alternativas a la carne puede ser significativo, no podrá seguramente alcanzar la misma proporción que los productos para sustituir la leche.
Los gigantes de la carne no quieren perder cuotas de mercado, dice Robert Martin, experto en las políticas alimentarias en el Centro por un Futuro Sostenible de la Universidad John Hopkins. Pero si el mercado de las proteínas se concentra en manos de unas pocas empresas, eso podría limitar la innovación y la competencia.
Cualquier iniciativa que promueva las alternativas basadas en plantas supone un avance positivo. No obstante, si se tiene en cuenta que esas grandes compañías tienen medios financieros y conocimientos para alcanzar la economía de escala que pueda permitirle hacer bajar los precios.
Fuente: Forbes