Los países de América Latina enfrentan el desafío de atender problemas como la obesidad, con una infraestructura en vías de desarrollo.Los gobiernos de América Latina deben impulsar más decididamente los programas de actividad física y estilos de vida saludables para contrarrestar el incremento de las enfermedades crónicas como obesidad, diabetes, hipertensión y cáncer.
De acuerdo con el doctor Víctor Matsudo, profesor de la Universidad Gama Filho de Sao Paulo, la inactividad física es la segunda causa de muerte a nivel mundial y está matando al mismo número de personas que mueren por enfermedades relacionadas con el tabaquismo en todo el planeta, sólo por debajo de la hipertensión arterial.
El especialista señala que un programa de política pública que involucre la promoción de la actividad física es capaz de responder al 60 por ciento de todas las enfermedades que atienden los sistemas de salud en Latinoamérica. Se trata de crear una agenda de ciudadanía activa que incluya a las familias, las personas con alguna discapacidad física e incluso las mascotas. No se busca hacer atletas, sino rescatar las actividades básicas como caminar, subir escaleras.
Como ejemplo de la afectación que produce el sedentarismo, menciona que sentarse dos horas al día frente a la televisión aumenta 15% la mortalidad, el riesgo de diabetes y de sufrir un colapso cardiaco. En este sentido, un estudio reciente realizado en Japón, demuestra que las personas que caminan 20 minutos al día reducen en 27 por ciento el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2; además de que las personas que no hacen una caminata de entre 15 y 30 minutos diarios acortan su vida entre 3 y 5 años además de que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer.
Los desafíos
Los países de la región enfrentan desafíos de primer mundo como la obesidad y sus consecuencias con sistemas de salud todavía en vías de desarrollo. En el caso de México, al menos 70 por ciento de los adolescentes y adultos son sedentarios, lo que ha convertido a ese país en uno de los primeros lugares en materia de obesidad a nivel mundial.
Según el doctor David Allison, profesor de la Universidad de Alabama, todavía es necesario hacer estudios de mayor alcance para comprobar la relación entre el consumo calórico, la pérdida de peso y la reducción de la masa corporal. Existen diversos estudios realizados en roedores, primates y seres humanos en los que se ha buscado demostrar la relación entre un menor consumo calórico y la pérdida de peso. Sin embargo, se necesitan estudios de largo plazo para poder llegar a conclusiones más sólidas.
Otro factor determinante para el aumento de peso, es que a partir de la década de los 80s los trabajos son cada vez más en escritorio, lo que requiere un mayor actividad cerebral y una menor actividad física, además de que hoy se tiene más estrés y esto provoca un mayor consumo calórico.
De acuerdo con expertos de la Universidad de Washington, los edulcorantes pueden ser una herramienta muy útil para el control de peso, aunque no son una varita mágica, pues su uso debe combinarse con actividad física. En palabras de el también Director del Centro de Nutrición y Salud Pública de la Universidad de Washington, El edulcorante satisface la necesidad del sabor dulce y a los 20 minutos de ingerir sucralosa o aspartame, el cuerpo no detecta si es un edulcorante o una kilocaloría real. De hecho, estudios han demostrado que los edulcorantes reducen la sensación o necesidad por lo dulce.
Por su parte, el endocrinólogo Alfredo Halpern, señala que algunos medicamentos pueden ser aliados efectivos para el tratamiento de la obesidad; sin embargo, se debe recurrir al uso de fármacos sólo cuando se trate de un problema crónico, pues primero hay que buscar un estilo de vida más activo. Asimismo indica que hasta el momento no se han reportado daños colaterales por el uso de estos medicamentos. Lo que sabemos hasta ahora es que no hay evidencia de una afectación al organismo a largo plazo asociado a su uso.
Fuente:
Serie Científica Latinoamericana.