A medida que las empresas trabajan para restaurar y adaptar la operación de las cadenas de suministro en la nueva normalidad, motivadas a su vez por acelerar su reactivación cuanto antes, buscan cada vez más nuevas tecnologías para ayudar a visualizar, analizar y rediseñar los eslabones que participan en la producción, transporte y comercialización de sus productos.
Y es que la disrupción que significó la contingencia sanitaria, hizo que la mayoría de las compañías a nivel global buscaran revolucionar sus capacidades para crear una mayor resiliencia frente a las disrupciones futuras y las oportunidades cambiantes del mercado. En síntesis: lograr tener la capacidad de reaccionar y recuperarse frente a otras adversidades que puedan presentarse.
Para ilustrar este punto, basta revisar lo que el British Standards Institution (BSI) publicó en 2017 en su primer Índice de Resiliencia Organizacional. En ese entonces, el documento señalaba que 70% de las empresas globales que participaron en el estudio, dijeron no estar preparadas para enfrentar problemas ni adaptarse a cambios políticos, legales y ambientales. Tres años después, las consecuencias de esa condición llegaron.
Por ello es pertinente hablar de lo que hoy se necesita para superar las situaciones adversas que trajo la contingencia sanitaria. Desde las cadenas de suministro esto significa desarrollar una gestión de riesgos que lleve no solo a tomar decisiones más inteligentes y rápidas; sino también, a entregarles una ventaja competitiva en las empresas que la aplican.
La resiliencia en las cadenas de suministro
Sin duda, la nueva normalidad está llevando a las cadenas de suministro y a todas las operaciones logísticas a acelerar la transformación digital en sus proyectos. Por supuesto, esto significa la introducción de nueva tecnología a las operaciones y la apertura al conocimiento en la modernización de los eslabones.
Sin embargo, cualquier esfuerzo pierde sentido si no se cuenta con un plan que contemple los pasos a seguir en el caso en que una disrupción se presente. La resiliencia es, precisamente, la capacidad que debe tener una organización para superar un evento que ponga en riesgo a su operación.
Sobre este tema, la firma Boston Consulting Group (BCG) señala que el primer paso para mejorar la resiliencia es obtener una visión clara de los riesgos de la cadena de suministro a nivel de empresa, segmento comercial o producto, en función del nivel que sea factible para una organización determinada. Por ello es que las organizaciones deben medir su exposición a elementos que puedan frenar sus operaciones de forma absoluta (incluyendo a sus competidores).
Al respecto, BCG señala tres puntos importantes para evaluar y ajustar sus eslabones:
- Alineación de los principios de diseño con la nueva realidad.
- Diseño de pruebas de presión en toda la empresa.
- Rediseño de la red y supervisión del rendimiento.
Al analizarlos, encontraremos que la realidad exige una revisión y replanteamiento de cara a los nuevos retos en el mercado. Además consideramos que una cadena de suministro resiliente debe incluir la capacidad de trabajar con grandes grupos de datos, contar con conocimiento digital y por supuesto, estar abierta a la adaptación constante. A su vez, la confianza, flexibilidad, visibilidad, eficiencia y sustentabilidad que muestre, demostrará qué tan preparada está para afrontar posibles retos.