El consumo de carne, bocadillos y dulces se encuentra en dos extremos, están los consumidores que redujeron su consumo intencionalmente porque los encuentran dañinos para la salud y el medio ambiente y quienes los siguen consumiendo.
Según datos de compra de 8400 hogares en Alemania, de Frontiers in Nutrition, sólo una pequeña parte de los consumidores siguió dietas sostenibles con altos niveles de orgánicos, bajo en carne, bocadillos dulces, alcohol y alimentos procesados.
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En busca de alimentos sostenibles
El análisis detecta como la combinación de alimentos sostenibles y holísticos son instrumento para cerrar las brecas y alcanzar una transformación del sistema alimentario.
Para entender mejor el enfoque, la investigación dividió los segmentos de consumidores
- 2% tienen un alto consumo de alimentos orgánicos
- 8% eran compradores de alimentos orgánicos medianos
- 25% de la muestra son compradores habituales carne
- 20% son entusiastas de los bocadillos dulces
- 46% restante se clasificaron como consumidores principales, es decir variados
La pequeña cantidad de personas que consumen productos orgánicos lo hacen con un enfoque sostenible, sin embargo, no basta, ya que el consumo de alimentos procesados sigue siendo más grande.
Reducir de manera consciente el consumo de carne
Parte, el análisis muestra que las brechas entre el comportamiento declarado y el real fueron más altas para los grandes compradores de dulces y carne.
“Un tercio de estos grupos acordó evitar en su dieta todo lo que sea perjudicial para su salud, aunque mostraron patrones de consumo poco saludables.”
Otro ejemplo, son los que dicen que redujeron el consumo de carne, pero los niveles de compra siguen siendo alto, con esto se investiga como reducir la brecha de actitud, comportamiento y como motivar a que los consumidores sean consientes de sus compras.
Consumidores consientes
Los consumidores que se inclinan en alimentos orgánicos tienen una preferencia por productos locales, naturales y de comercio justo, para cuidar el medio ambiente, una gran parte de ellos son menos de 40 años con un buen ingreso económico.
La brecha de declaraciones muestra que comprar alimentos orgánicos no es sinónimo de reducir el consumo de carne, ya que avalados por ese interés sustentable, el consumo de cárnicos sigue siendo grande.
Consumidores sin interés en el medio ambiente
Lo que es un hecho es que los grandes compradores de carne tenían poca conciencia de los problemas ambientales y una preferencia limitada por los alimentos de comercio justo.
Además, el grupo que más hace gasto en este tipo de alimentos, otorga poca importancia en la protección de medio ambiente, pagan los precios más bajos por alimentos y prefieren carne y comida rápida procesada.
Sin duda, el consumo de alimentos que más se genera es que más tiene impacto en el medio ambiente, generando altas emisiones de gases de efecto invernadero.
Transición de sistema alimentario
Respecto a esto, un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, la transición de los sistemas alimentarios globales exige soluciones locales, nacionales y globales inmediatas.
Estas soluciones deben estar basadas en la colaboración de investigación interdisciplinaria y la ampliación transnacional de las políticas nacionales y locales.
Para eso se requiere una restauración del equilibrio entre el interés económico y público, fortaleciendo el poder regulatorio de los actores del sistema alimentario público y una mayor responsabilidad corporativa.
¿Cómo lograr una dieta saludable y sostenible?
Los especialistas aseguran que el trabajo no es tan fácil como sólo desear consumir menos carne, depende de los contextos locales y económicos, para tener una posible compensación.
No sólo es parte de los consumidores, las dietas sostenibles requieren un enfoque de sistemas, en donde todos participen, la ciencia necesita aumentar su escala, minimizar la fragmentación y fortalecer su interfaz con la producción de alimentos.
Mientras que las partes interesadas en las políticas deben ir más allá del precio, la conveniencia y el sabor.
Por último, los consumidores tienen el derecho a disfrutar de alimentos éticamente responsables y económicamente asequibles como bien público.