Dado que el volumen total de agua dulce en la Tierra es finito e inalterable, la producción alimentaria y algunas de las ciudades más grandes del mundo se enfrentan a riesgos graves, por lo que la asignación eficiente y eficaz del agua es de suma importancia, indica en dos nuevos informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Los efectos del cambio climático están afectando el abastecimiento de agua para los sistemas de producción agrícola, provocando desde inundaciones y sequías hasta un aumento de la variabilidad de las lluvias y la subida de las temperaturas, así como la competencia entre los usuarios allí donde el estrés hídrico y la escasez de agua ya son notables.
“Los desafíos relacionados con el agua en la agricultura, como la escasez, la contaminación y el desperdicio de agua, deben abordarse urgentemente para transformar los sistemas alimentarios y aumentar su resiliencia, especialmente ante las alarmantes complicaciones del cambio climático a las que nos enfrentamos”, explicó QU Dongyu, director general de la FAO.
Los informes de la FAO sobre el agua dulce
En el informe de la FAO sobre el ODS 6.4.2, relativo al nivel de estrés hídrico, se evalúa el nivel de estrés por falta de agua en todas las regiones del mundo, haciendo hincapié en la necesidad urgente de crear sistemas de gestión del agua resilientes, en particular para la producción agrícola de regadío y secano.
El aumento de las prácticas para un uso eficiente del agua en todos los sectores, particularmente el sector agrícola, que representa aproximadamente el 70 % de las extracciones mundiales de agua dulce, supone una estrategia beneficiosa para todos, que promueve mejores prácticas de gestión de la demanda de agua y se adapta a los efectos del cambio climático mediante el fortalecimiento de la resiliencia de dichos sistemas.
En el citado informe sobre el estrés hídrico se observa que alrededor de un tercio de la población mundial (2 300 millones de personas) vive en países donde se sufre estrés por falta de agua, mientras que el 10 % (733 millones) lo hace en países con un nivel alto o crítico de estrés por déficit hídrico, lo que tiene un efecto significativo en el acceso al agua y su disponibilidad para necesidades personales.
Optimizar para mejorar
Entre 2015 y 2018, la eficiencia mundial del uso del agua aumentó de 17.30 dólares a 18.90 dólares por metro cúbico (un 9%), con el sector industrial liderando las mejoras. En 86 países donde se informa con regularidad sobre el uso del agua, la eficiencia en el sector agrícola aumentó un 60 % entre 2006 y 2018.
Si se mide por cuencas fluviales en lugar de países, pueden encontrarse zonas con grave estrés hídrico en muchos Estados, como Chile, China, los Estados Unidos de América, México y Sudáfrica. Los valores de estrés hídrico extremadamente bajos pueden indicar la incapacidad de un país para utilizar correctamente sus recursos hídricos en beneficio de la población.
Los usos urbano, agrícola e industrial del agua son sumamente interdependientes y están vinculados con el crecimiento demográfico, cuestiones climáticas y las prácticas de riego. Estos factores provocaron en 2018 un corte de suministro del agua en Ciudad del Cabo, y grandes ciudades como Beijing, Londres, Mumbai o Tokio, se podrían enfrentar a crisis hídricas para 2050.
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