La conversación sobre inocuidad ya no se limita a patógenos y residuos de plaguicidas. En 2025, los contaminantes emergentes están reconfigurando estándares, auditorías y especificaciones de proveedores en la región.
El Codex Alimentarius define contaminante como cualquier sustancia no intencionalmente añadida presente en el alimento por la producción, procesamiento, envasado, transporte o por contaminación ambiental.
Los contaminantes emergentes —desde PFAS y micro/nanoplásticos hasta sustancias no intencionalmente añadidas (NIAS) y patógenos con resistencia antimicrobiana— están reconfigurando la seguridad alimentaria y de envases.
A medida que EFSA, FDA, la Comisión Europea y autoridades latinoamericanas actualizan criterios toxicológicos, límites y códigos de práctica, la industria en México y la región enfrenta un doble reto: detectar antes y mejor y anticipar la agenda regulatoria para proteger al consumidor sin frenar la innovación.
El concepto también aplica a envases: la migración, directa o por “set-off”, puede trasladar compuestos del material al alimento, incluso cuando no fueron añadidos con ese fin.
Contaminantes químicos
En el webinar Contaminantes emergentes para alimentos y envases, los especialistas destacan que los contaminantes químicos emergentes son fuentes potenciales que llegan a los alimentos y agua, y finalmente a los humanos y animales.
En el caso de los productos químicos agrícolas y alimentarios, se encuentran los pesticidas y medicamentos veterinarios, fármacos que se administra al ganado. También hay compuestos naturales, presentes en la naturaleza, como las hepatotoxinas.
Dentro de los grupos de contaminantes emergentes y/o microcontaminantes, se pueden encontrar productos químicos con estructuras similares. Sin embargo, a menudo grupos de productos químicos con estructuras y propiedades muy diferentes pertenecen a la misma categoría en términos de aplicación y uso.

El top 4 en el radar: ciencia y evidencia
1. PFAS
En 2020, EFSA estableció una ingesta semanal tolerable (TWI) para la suma de cuatro PFAS (PFOA, PFOS, PFNA y PFHxS), con base en inmunotoxicidad y otros efectos.
Esta TWI sigue funcionando como referencia de protección en Europa. Para la industria, esto se traduce en requerimientos más estrictos para materias primas y materiales en contacto con alimentos.
En EE. UU., la FDA anunció en febrero de 2024 y reiteró en enero de 2025 que los agentes engrasantes con PFAS para papel y cartón dejaron de venderse para uso alimentario, cumpliéndose la retirada voluntaria de la industria: un hito que elimina una fuente relevante de exposición desde envases como envolturas de comida rápida o bolsas para palomitas.
Para marcas globales que operan en México y LATAM, esto impulsa políticas de proveeduría “PFAS-free” para empaques de papel y cartón.
Aunque el foco regulatorio local está en prácticas de higiene y contaminantes tradicionales, la presión internacional (EPA, UE) y la importación/exportación de insumos hacen que los programas internos de control de PFAS.
2. Micro y nanoplásticos en alimentos, bebidas y envases
En junio de 2025, ANSES reportó que bebidas en botellas de vidrio presentaron más microplásticos que sus equivalentes en plástico o lata, y señaló a los tapones metálicos pintados como fuente principal.
El hallazgo refuerza una idea clave: no existe un envase “cero shedding” por defecto; el diseño de cierres, recubrimientos y procesos de taponado importan.
La UE adoptó la restricción de microplásticos intencionalmente añadidos bajo REACH (Reglamento (UE) 2023/2055), con obligaciones progresivas desde octubre 2023.
Si bien no se dirige al “shedding” no intencional desde envases alimentarios, la señal regulatoria es inequívoca: trazabilidad, información al usuario y minimización de liberaciones como nuevos pilares de cumplimiento.
La OMS ha revisado la presencia de microplásticos en el ciclo del agua potable y enfatiza la necesidad de métodos estandarizados y evaluación de riesgos basada en evidencia; a medida que los métodos se refinan, las plantas (y los embotelladores) en LATAM tendrán que armonizar monitoreo, límites internos y comunicación de resultados.
3. Non-Intentionally Added Substances (NIAS) en materiales en contacto con alimentos
Las NIAS incluyen impurezas, productos de reacción y degradación que pueden migrar desde polímeros, tintas, adhesivos y recubrimientos.
EFSA y consorcios industriales publicaron guías que recomiendan evaluación toxicológica según exposición y ensayos de genotoxicidad para NIAS relevantes; además, la comunidad científica ha afinado criterios para seleccionar técnicas analíticas.
Para proveedores en México y LATAM, esto implica protocolos de evaluación NIAS con soporte de laboratorios especializados y acuerdos de confidencialidad para intercambiar datos.

4. Hidrocarburos minerales
En 2023, EFSA actualizó su evaluación, la exposición dietaria actual a MOSH no genera preocupación en general, mientras que ciertas fracciones de MOAH (aromáticos 3–7 anillos) son genotóxicas y deben evitarse.
Para embalajes a base de fibras recicladas, aceites minerales de tintas y cartones, el control de barreras funcionales y origen del papel es crítico.
La seguridad alimentaria ante contaminantes emergentes exige combinar ciencia de frontera y lectura fina regulatoria. La industria en México y LATAM puede adelantarse si integra HRMS no dirigida, verificación genómica, biosensores rápidos y una gobernanza de datos que permita actuar con semanas o meses de ventaja.
Finalmente, entender el pulso de FDA y Codex es clave para proteger marca, contratos y exportaciones. Quien lidere hoy estas capacidades no solo cumplirá, sino que convertirá el cumplimiento en ventaja competitiva.
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