De acuerdo con un reciente estudio, la mayoría de las emisiones de carbono provienen del alimento que consumen los animales de granja. La alimentación animal constituye el 78% de la huella de carbono de los pollos y el 69% de la huella de la industria del salmón.
El pollo está marcado como una proteína "más verde" que el salmón. La producción mundial de pollo es 55 veces mayor, sin embargo, resulta en 38 veces mayores emisiones de gases de efecto invernadero y utiliza diez veces más espacio, señala la investigación.
La producción industrial de pollos de engorde y salmón de piscifactoría representa dos de los mayores sectores de alimentos de origen animal en sus respectivos ámbitos, ofreciendo un estudio de caso convincente de las trayectorias de producción y las huellas ambientales, según los autores del estudio.
Los investigadores señalan que el pollo y el salmón son similares en calidad de proteína magra y son relativamente eficientes desde el punto de vista ambiental con bajas tasas de conversión alimenticia debido a:
- la cría selectiva intensiva
- especialización de la alimentación
- tecnologías de producción mejoradas
Soluciones para mitigar la huella
Los autores señalan que la alimentación es una de las mayores presiones ambientales del planeta y que estudios previos muestran que el vegetarianismo o el veganismo son opciones para reducir las emisiones en la dieta.
Otras opciones dietéticas, como el consumo de insectos de grado alimenticio, también pueden reducir las emisiones de carbono.
Los insectos también disminuyen la carga del desperdicio de alimentos, alimentándose con subproductos agroalimentarios infrautilizados, como verduras, frutas y almidón, o alimentos que ya no se destinan al consumo humano.
Además, la agricultura puede hacerse más eficiente concentrando la producción en zonas de "alta presión" para centrar todos los esfuerzos en áreas concretas.
Se pueden impulsar más cambios en el cambio del alimento para el salmón, pues el estudio destaca que es poco probable que el alimento para el pollo cambie drásticamente en los próximos años.
En ese sentido, el estudio subraya la importancia que la integración de la política alimentaria en todos los ámbitos y sectores será fundamental para optimizar y lograr la sostenibilidad en todo el sistema alimentario mundial ahora y en el futuro.
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Así se mide la huella de carbono de la ganadería
Una herramienta interactiva de la FAO permite a los agricultores, responsables de las políticas y científicos calcular la producción de carne, leche y huevos, junto a las emisiones de gases de efecto invernadero de la ganadería. El objetivo es que este sector sea más productivo y más respetuoso con el clima.
El modelo interactivo de contabilidad ambiental para la ganadería mundial, denominado por sus siglas en inglés GLEAM-i (Global Livestock Environmental Assessment Model) ofrece respuestas a una amplia gama de preguntas.
El objetivo de GLEAM es ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar que las actividades ganaderas son lo más eficiente posibles. Para que puedan seguir cubriendo las necesidades de alimentos, nutrición y medios de vida de las personas, al tiempo que utilizan menos recursos naturales.
Una investigación de la FAO basada en GLEAM ha detectado que con cambios factibles y asequibles, los ganaderos pueden aumentar la producción y reducir las emisiones en casi una tercera parte.
Finalmente, contar con información precisa sobre el impacto ambiental de las cadenas de suministro de la ganadería ayudará a las partes interesadas a tomar decisiones mejor informadas y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
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