Una investigación, hasta el momento realizado en ratones, mostró que las neuronas hiperactivas buscan alimentos, es decir la causa potencial detrás de algunos antojos como refrigerios después de comidas puede ser algo neuronal.
El estudio realizado por psicólogos de UCLA ya fue publicado por la Revista nature Communications, en donde muestran que el circuito en el cerebro de los ratones buscan alimentos altos en grasas a diferencia de las opciones saludables.
Los psicólogos señalan que este estudio, de confirmarse en humanos, serviría para pacientes con Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
Las neuronas buscan alimentos placenteros
Las neuronas encargadas de crear que un alimento se antoje, también llamadas células en busca de alimentos, se encuentran en el tronco del encéfalo y se requiere más estudios para saber que otras implicaciones ofrecen, así lo dio a conocer Avishek Adhikari, profesor de UCLA. Profesor asociado de psicología.
El profesor explicó que estas neuronas también causan el miedo y ansiedad, el cual ayuda a los animales a evaluar los riesgos y minimizar la exposición a las amenazas.
Sin embargo, con estas pruebas se ha podido mostrar que provocan la búsqueda principalmente de alimentos, más relacionados con el placer que con la alimentación.
Saciar antojos, a pesar de no tener hambre
Las pruebas en ratones se realizaron al inyectar un virus en cerebros de ratones que fue modificado genéticamente para hacer que las células cerebrales produzcan una proteína sensible a la luz, para que cuando sintieran la reacción de antojo se encendiera un láser en la materia gris.
Lo anterior se ha podido lograr con un microscopio en miniatura, desarrollado en la UCLA y fijado a la cabeza del ratón que registró la actividad neuronal de las células.
Cuando la luz en el cerebro se encendía impulsaron a los roedores a la persecución de grillos vivos y alimentos que no eran presa, incluso si acababa de comer una comida abundante.
Esta estimulación también obligó al ratón a perseguir objetos en movimiento que no eran comida e hizo que el animal explorara con confianza todo lo que había en su espacio.
El hambre es aversiva, lo que significa que los ratones normalmente evitan sentir hambre si pueden, pero buscan la activación de estas células, lo que sugiere que el circuito no está provocando hambre, señaló Adhikari.
Agregó el circuito provoca el deseo de comer alimentos ricos en calorías y muy gratificantes, a pesar de tener una ausencia de hambre.
El estudio de ratones puede ser similar en humanos
El dato interesante del estudio es que los ratones muestran alimentación compulsiva en presencia de consecuencias aversivas directas cuando este circuito está activo, y no buscan comida incluso si tienen hambre cuando no está activo.
Al respecto, Fernando Reis, investigador postdoctoral de la UCLA quién estudio la alimentación compulsiva en los animales, que destacó el hallazgo de las células con el consumo de alimentos grasos y azucarados, lo que puede aumentar el antojo de comida calórica.
Al relacionarlo con los humanos se puede encontrar el circuito hiperactivo de las personas que sientan ansia por comer cuando no tienen hambre.
Pero, como lo advirtieron al principio aún se necesitan más pruebas para confirmar que la búsqueda por alimentos grasos tenga la misma relación en los humanos y encaminar a personas con TCA a antojos con menos calorías.
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