El Codex Alimentarius es un conjunto de normas y directrices internacionales desarrollado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En tal sentido, su objetivo principal es proteger la salud de los consumidores y promover prácticas justas en el comercio de alimentos.
Además, desempeña un papel crucial en la seguridad de los alimentos, establece estándares internacionales para la calidad de los alimentos y garantiza que los consumidores tengan acceso a alimentos seguros y saludables.
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A través de la elaboración de directrices, códigos de prácticas y normas, el Codex Alimentarius aborda aspectos clave de la seguridad alimentaria, como:
Higiene alimentaria:
Establece directrices para la higiene de los alimentos, incluyendo prácticas seguras de manipulación, procesamiento y almacenamiento, estas directrices ayudan a prevenir la contaminación y reducir los riesgos de enfermedades transmitidas por los alimentos.
Etiquetado de alimentos:
Establece normas para el etiquetado de alimentos, asegurando que los consumidores tengan acceso a información clara y precisa sobre los ingredientes, la fecha de vencimiento y las advertencias necesarias. Esto ayuda a los consumidores a tomar decisiones informadas sobre los alimentos que compran.
Aditivos alimentarios:
Regula el uso de aditivos alimentarios, sustancias que se añaden a los alimentos para mejorar su sabor, textura o conservación y establece límites máximos permitidos para el uso de aditivos y asegura que no representen riesgos para la salud de los consumidores.
Residuos de plaguicidas:
También establece límites máximos de residuos de plaguicidas en los alimentos, asegurando que no se superen niveles seguros para la salud humana, esto protege a los consumidores de los posibles efectos adversos de los residuos de plaguicidas en los alimentos.
Contaminantes en los alimentos:
Establece límites máximos para diversos contaminantes presentes en los alimentos, como metales pesados, micotoxinas y contaminantes químicos. Estos límites garantizan que los alimentos no representen riesgos significativos para la salud de los consumidores.
Además, cuenta con un proceso de elaboración de normas abierto e inclusivo. Involucra a expertos de diferentes países, representantes de la industria alimentaria, organizaciones no gubernamentales y consumidores. Estos expertos se reúnen periódicamente para discutir y desarrollar nuevas normas y directrices.