Numerosos productos de consumo cotidiano, como botellas de plástico y otros embalajes, contienen sustancias químicas tóxicas que han sido detectadas en los cuerpos de los niños.
Así lo reveló un estudio realizado por Tegengif/Erase all Toxins, de Países Bajos y la Universidad McGill, Canadá, con la colaboración de organizaciones europeas, el cual mostró preocupación por la migración de sustancias químicas por productos plásticos comúnmente utilizados por niños.
Entre los resultados del estudio están que las botellas de agua de plástico diseñadas para niños están filtrando ftalato de diisobutilo (DIBP), un aditivo químico prohibido conocido por alterar hormonas y perjudicar la salud reproductiva.
Los investigadores apuntaron que los niños son especialmente vulnerables a la intoxicación por residuos químicas de estos envases, debido a su rápida tasa metabólica, proporción de superficie corporal y crecimiento acelerado de órganos.
Annelies den Boer, directora de la Fundación Tegengif, subrayó lo grave de la situación.
Dijo que el programa de Monitoreo Biomédico Humano para Europa (HBM4EU) encontró que el 17% de los niños europeos están en riesgo de exposición combinada a cinco ftalatos antiandrogénicos, incluido el DIBP.
Aunque los niveles detectados de DIBP estaban por debajo del límite europeo, su presencia en productos infantiles preocupa.
El problema no solo se encontró en las botellas de agua. Se encontraron ftalatos dañinos en varios productos de consumo. El Consejo de Consumidores Danés Think informó de un 9.6 por ciento de DIDP y un 0.6 por ciento de DINP en papel de aluminio.
El estudio también destacó que, aunque identificaron algunos compuestos químicos, la mayoría corresponden a sustancias desconocidas, esto muestra un vacío en los datos de seguridad sobre muchos de estos químicos.
Además, se encontró que el proceso de lavado afecta la migración de químicos, desgastando el plástico y aumentando la lixiviación de sustancias potencialmente dañinas.
Análisis de botellas
Para el estudio, se recolectaron 195 botellas de plástico (39 tipos de muestras) en 2023 de tiendas en los Países Bajos, Dinamarca, República Checa, Letonia y España.
Las muestras fueron enviadas a Montreal para su análisis. Cada tipo de botella fue analizado utilizando espectroscopia infrarroja para determinar su tipo de polímero.
Las botellas fueron sometidas a 20 ciclos de lavado a temperaturas de 65-70°C, mientras que algunas se mantuvieron sin lavar.
Luego, las botellas fueron llenadas con un simulante de alimento (ácido acético al 3%) para analizar la migración de químicos en condiciones que imitan alimentos con pH bajo.
El laboratorio realizó un análisis dirigido a 36 sustancias químicas comunes en plásticos. Se detectó el Diisobutil ftalato (DIBP) en el simulante alimentario.
De los 39 tipos de botellas, 22 mostraron migración de DIBP. Este compuesto fue encontrado en botellas de Polipropileno (PP) y Polietileno (PE) tras los ciclos de lavado.
Algo destacado fue que los niveles de DIBP en el simulante alimentario fueron más altos después de 10 días en comparación con 24 horas, por lo que la preocupación también se ha centrado en el almacenamiento prolongado de los productos.
Hacen un llamado a la acción
Ante los resultados del estudio, los investigadores hicieron un llamado a los productores de plásticos a sustituir o evitar la presencia de DIBP en sus materiales, con el fin de garantizar una mayor seguridad alimentaria.
“Instamos a los productores de plásticos a sustituir el uso o evitar la presencia de DIBP para hacer sus materiales más seguros”, expusieron.
Aunque la legislación europea prohíbe el uso intencionado de DIBP en materiales plásticos de contacto con alimentos, su prevalencia en la producción de plásticos ha llevado a su migración en bajas concentraciones hacia los alimentos.
“Solicitamos a la Comisión Europea que implemente y haga cumplir una prohibición total de DIBP en plásticos… Así como también a actualizar las pruebas de migración para los materiales de contacto alimentario reutilizables”, se lee en el documento.
Esta medida no solo obligaría a los productores a apegarse a las normativas vigentes, sino que también evitaría la contaminación por DIBP, incluidos los materiales reciclados. Al mismo tiempo, promovería el uso de alternativas más seguras para la salud infantil.
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