Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) apoyan la propuesta de la Comisión Europea (CE) para prohibir el bisfenol A en los materiales en contacto con los alimentos, como en latas de metal o en botellas de plástico reutilizables.
Los expertos científicos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ya identificaron los efectos potencialmente nocivos para el ser humano de este compuesto, que pueden derivar en problemas para la salud de todos los grupos de edad.
En un comunicado, la CE señala que los países tomaron la decisión consideraron las últimas pruebas científicas y con vistas a proteger la salud de los ciudadanos y garantizar los estándares de seguridad alimentaria más elevados.
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¿Qué es el bisfenol A?
De acuerdo con la EFSA, El bisfenol A (BPA) es una sustancia química que se utiliza en combinación con otras sustancias para fabricar plásticos y resinas.
El BPA se utiliza, por ejemplo, en plásticos de policarbonato, un tipo de plástico transparente y rígido utilizado para fabricar dispensadores de agua, recipientes de almacenamiento y botellas de bebidas reutilizables.
También se utiliza para producir resinas epoxídicas empleadas para fabricar recubrimientos protectores y láminas para latas y cubas de bebidas y alimentos.
Sustancias químicas como estas, utilizadas en envases de alimentos, pueden migrar en cantidades muy pequeñas a los alimentos y bebidas que contienen. Por lo que los científicos de la EFSA revisan periódicamente su seguridad, teniendo en cuenta los nuevos datos.
¿En qué aplicará la prohibición?
Esta prohibición aplicará principalmente al uso del bisfenol A en los envases, como el revestimiento utilizado en las latas de metal. También se prohibirá el uso del bisfenol A en artículos de consumo como:
- botellas de plástico reutilizables para bebidas
- refrigeradores de distribución de agua
- otros artículos de cocina
Además, se aplicarán excepciones limitadas cuando no haya alternativas seguras disponibles y periodos de transición cuando no representen un riesgo para los consumidores. Lo que permitirá a la industria adaptarse y evitar posibles perturbaciones en la cadena alimentaria.
Finalmente, se propuso la prohibición tras una consulta pública y “amplios debates con todos los Estados miembros”. Se adoptará formalmente tras un periodo de escrutinio de la Eurocámara y el Consejo, y entrará en vigor al final de 2024.
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