Investigadores del Instituto de Tecnología del Rey Mongkut en Ladkrabang, Tailandia desarrollaron un bioplástico compuesto de fibra de hoja de piña de ácido poliláctico (PLA). El compuesto podría contribuir a satisfacer la creciente demanda de envases de alimentos biodegradables.
La formulación consta de un 10% de PLA y fibra de hoja de piña, que exhibió temperaturas de fusión mejoradas, resistencia al calor y propiedades de barrera. El material antimicrobiano también inhibió el crecimiento de varios patógenos transmitidos por los alimentos y minimizó el número de patógenos transmitidos por los alimentos en las superficies del material.
Con este desarrollo, los investigadores estiman que este material podría mejorar la seguridad alimentaria, la calidad de los alimentos y prolongar la vida útil. Especialmente para los alimentos listos para comer.
Abundantes desechos de hojas de piña
Existen grandes posibilidades de que el material pueda comercializarse en un futuro próximo, considerando el acceso continuo a los desechos de hojas de piña en Tailandia. Donde hay 75 fábricas de procesamiento de piña, y solo estas generan aproximadamente 200 toneladas métricas de desechos agrícolas por día.
Recientemente, las fibras agrícolas se han convertido en productos de mayor valor agregado para el envasado de alimentos para reemplazar los plásticos no biodegradables. Pues los no biodegradables son una de las fuentes más graves de contaminación tóxica del planeta.
El material PLA se revistió con sobrenadantes brutos que contenían nisina, un péptido antibacteriano policíclico que se utiliza a menudo como conservante de alimentos. Se demostró que el recubrimiento antimicrobiano inhibe el crecimiento de patógenos, incluida Salmonella, en condiciones de cultivo. También redujo el número de patógenos probados en las superficies del material recubierto.
Datos de Innova Market Insights, señalan que el 59% de los consumidores globales creen que la función protectora del empaque es más importante desde el brote del virus Covid-19. Pues a lo largo de la pandemia, las preocupaciones por la higiene de los consumidores crecieron, dando lugar a tecnologías antimicrobianas.
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