En los últimos años, en el mercado del sector hortofrutícola se encontró una tendencia consistente en la demanda del embalaje pequeño, encontrando en la unidad de venta una gran oportunidad de comercialización para la gran distribución.
Esto es debido a que los hábitos de consumo han cambiado, las familias son cada vez más pequeñas, de manera que se requiere de envases de uno, dos kilos o incluso de menor peso. Lo que hay que evaluar es si esta tendencia beneficia a todos los procesos de la cadena de suministro, especialmente en lo que respecta al embalaje.
Las frutas y verduras son productos vivos y, por tanto, aun separados de la planta, continúan activos los procesos metabólicos, como la respiración. Este hecho les proporciona unas características especiales que han de tenerse muy en cuenta a la hora de seleccionar el sistema de embalaje óptimo.
Embalaje para productos frescos
Respecto de los alimentos frescos, existe una tendencia del consumidor de contar con productos inocuos, por ello actualmente se trabaja en la elaboración de empaques biodegradables que alarguen el tiempo de vida de frutas frescas y hortalizas, así como de aquellas mínimamente procesadas (desinfectadas, listas para consumirlas), sin modificar su calidad nutricional.
El desafío es desarrollar envases o materiales activos, es decir, un envasado que contenga un componente que tenga la función específica de conservar el alimento, es decir, que pueda prolongar la vida útil del producto y pueda inhibir el crecimiento de algún patógeno.
Para la investigadora Ana Trejo, un material bioactivo es aquel embalaje que cambia las condiciones del alimento y del entorno para extender su vida útil, aumentar su seguridad biológica o mejorar sus propiedades organolépticas manteniendo su calidad.
Debido a que la tendencia actual es el uso de extractos naturales, pues se buscan recubrimientos sanos y amigables con el medio ambiente, que además de controlar las enfermedades de los productos, estén libres de químicos, por ello a partir de compuestos extraídos de plantas, se están desarrollando recubrimientos bioactivos comestibles, cuya función es ser un envase individual diseñado para cada producto para darle protección durante su siembra y distribución, así como para ayudar a disminuir las pérdidas post cosecha.
La necesidad del empaque
El empaque de frutas y hortalizas debe satisfacer los requerimientos tanto del producto como del mercado. I a naturaleza perecible de los productos frescos significa que el empaque es una inversión necesaria a fin de:
- Proteger el producto en todas las etapas del proceso de mercadeo desde el productor al consumidor;
- Eliminar la manipulación Individual del producto para de este modo, acelerar el proceso de mercadeo;
- Uniformizar el número de unidades del producto por envase de modo que todos los comerciantes manejen cantidades estandarizadas.
La mejora del empaque se cita a menudo como una gran meta para el desarrollo del mercado y prevención de pérdidas post cosecha. En ocasiones se sugiere una forma particular de envase, el que es probado, y cuando falla, todos los planes para futuras pruebas se olvidan.
Vale la pena notar que el empaque usualmente es el elemento de post cosecha que puede cambiarse con más facilidad, ya que existe una tendencia a culpar a un empaque inadecuado de los altos niveles de deterioro, sin antes llevar a cabo un análisis detallado de toda la cadena de la manipulación y mercadeo.
Allí donde las pérdidas son demasiado altas es poco probable que el cambio de embalaje de como resultado alguna disminución significativa, si no se mejoran al mismo tiempo las técnicas de cosecha, la manipulación en el campo, clasificación par calidad y sistema de transporte. Por lo tanto, deben introducirse nuevos tipos de embalajes como uno de los componentes de un programa integrado para mejorar las técnicas de manipulación a lo largo de toda la cadena de mercadeo.
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Consideraciones para el embalaje para frutas y verduras
- Prevención de daño mecánico. Se pueden identificar cuatro causas diferentes de daño mecánico al producto: cortes, compresiones, impactos y raspaduras por vibración. La cosecha y el posterior manejo cuidadoso del producto eliminarán la mayoría de los riesgos asociados con cortes y heridas del producto.
- Tamaño y forma. Los envases deben ser fáciles de manejar y estibar, no demasiado pesados y de dimensiones y formas apropiadas para adaptarse al vehículo de transporte.
- Es el reflejo directo de su tamaño, de su forma y de los materiales y técnicas usadas en su elaboración. Debe probarse la capacidad del envase para soportar la estiba en condiciones de humedad y si se ha de transportar en vehículos abiertos, debe considerar se también la necesidad de materiales impermeables, o de introducir modificaciones en los vehículos mismos.
- Ventilación. Es necesaria con el fin de evitar la acumulación del calor proveniente de la respiración del producto, permitiendo una eficiente aireación y facilitando la refrigeración, cuando ésta es utilizada. Si se usa un revestimiento en el envase, se necesitará de más ventilación, pero ésta no debe lograrse a expensas de la resistencia del envase.
- Materiales usados. Para el empaque de los productos se usan ampliamente seis tipos básicos de los productos: Bolsas o redes, recipientes plásticos, madera, cartón corrugado, papel, película de plástico.
- Apariencia y etiquetado. El mercado de exportación de productos frescos, entraron en una fase de presentación del embalaje del producto en que se hace una considerable inversión en el diseño de atractivos logotipos, dibujos y gráficos de varios colores, ninguno de los cuales ofrece alguna ventaja física para el producto, pero llaman la atención del mercado y aseguran grandes volúmenes de ventas.