El arroz y el trigo son reconocidos mundialmente como los dos cultivos de cereales más esenciales, desempeñando un papel indispensable para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de la población mundial en constante expansión, en particular en el sur y sudeste de Asia.
El sistema de cultivo arroz-trigo (RWCS) abarca aproximadamente 13.5 millones de hectáreas (mha) en las llanuras indogangéticas (IGP), con una presencia importante en el IGP indio.
La agricultura global encara un doble desafío: mantener su productividad para garantizar la seguridad alimentaria mientras reduce su huella ambiental. Los sistemas intensivos de producción, como el rotacional arroz‑trigo son clave en Asia, pero también relevantes en ciertas regiones de América Latina donde se replican tecnologías y prácticas similares.
Un instrumento prometedor es la gestión integrada de nutrientes (GIN), que combina fuentes orgánicas y minerales para nutrir al suelo, mejorar su fertilidad y capturar carbono.
Panorama del sistema arroz‑trigo
El sistema rotacional arroz‑trigo, ampliamente cultivado en el sur de Asia, representa una fuente significativa de producción de cereales.
Aunque su uso en México o Latinoamérica no es tan masivo, existe interés creciente en adaptar tecnologías de alta generación en zonas donde se cultivan ambos granos en rotación estacional.
La adopción de este sistema puede ofrecer nuevas oportunidades para agroindustrias latinoamericanas que buscan innovar en productividad y sostenibilidad.
¿Qué es la gestión integrada de nutrientes (GIN)?
La GIN se basa en optimizar el suministro de nutrientes para la planta a partir de múltiples fuentes: residuos de cultivos, abonos orgánicos (estiércol, compost), fertilizantes minerales y biofertilizantes.
Esta estrategia mantiene o incrementa la fertilidad del suelo al mismo tiempo que contribuye al secuestro de carbono orgánico (COS) y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero.

Evidencia científica: impactos comprobados en los últimos años
a) Secuestro de carbono orgánico del suelo (SOC)
Un estudio publicado en Frontiers in Environmental Science documenta los efectos de 36 años de gestión integrada de nutrientes en el sistema arroz‑trigo, demostrando aumentos consistentes en carbono orgánico del suelo, mejor productividad y menor huella ambiental.
b) Huella de carbono y productividad
Una investigación de Scientific Reports evaluó cómo estrategias agronómicas a largo plazo en sistemas arroz‑trigo afectan el SOC, el balance energético y la huella de carbono.
Se concluyó que ciertas prácticas permiten almacenar más carbono en el suelo, mejorar eficiencia energética y reducir la huella global del sistema.
c) Meta-análisis en el subcontinente indio
Un meta-análisis publicado en Agronomy mostró que la implementación de GIN en sistemas arroz‑trigo en el subcontinente indio tiene efectos sostenibles en fertilidad del suelo, productividad y mitigación ambiental.
Aplicabilidad práctica en América Latina
Aunque la mayoría de los estudios se originan en Asia, los principios de GIN pueden adaptarse con éxito en América Latina:
- En países como México, instituciones como el INIFAP pueden liderar ensayos adaptados a condiciones locales.
- Agroindustrias especializadas en arroz, trigo o formuladores de fertilizantes pueden desarrollar servicios técnicos orientados a GIN para promover prácticas sostenibles.
- Beneficios tangibles para empresas: acceso a mercados con certificaciones verdes, mejora en calidad del suelo, resiliencia ante variabilidad climática y reconocimiento en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Contribuye a los ODS 2, 13 y 15 al integrar producción eficiente, reducción de emisiones y restauración de suelos. Además, se alinea con las metas de neutralidad de carbono, según definiciones del IPCC.
También refuerza el rol de la agricultura como solución climática, no solo fuente de emisiones.

Recomendaciones para la industria
La GIN en sistemas arroz‑trigo demuestra aumento de SOC, mayor eficiencia productiva y reducción de huella de carbono. La evidencia empírica y meta-análisis valida su potencial como práctica sostenible escalable.
Lasagroindustrias y formuladores de políticas agrícolas en México y LATAM deben fomentar pilotos locales de GIN.
Las cooperativas y empresas proveedoras de insumos pueden ofertar paquetes integrales que incluyan asesoría técnica, certificaciones y trazabilidad sostenible.
Finalmente, los institutos de investigación y universidades deben colaborar en la generación de datos locales, adaptación tecnológica y sistematización de resultados.
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